Adriana Farfán Herbas es, en la actualidad, una de las mejores árbitras de fútbol en el país. “Amo el fútbol y otras disciplinas, pero no creo que sea tan buena en el juego; sí para impartir justicia”, subraya.
Tuvo que trabajar duro, sacrificar parte de su niñez y juventud para llegar hasta donde está ahora, y a sus 28 años aún tiene un camino largo por recorrer.
No solamente es una de las cuatro árbitras con insignia FIFA, también es Contadora Pública, aunque sus responsabilidades en el arbitraje por ahora no le han permitido ejercer su otra profesión.
Hizo noticia en los últimos días al cumplir una destacada actuación en la Copa Libertadores Femenina de Argentina, que se jugó del 5 al 21 de este mes.
Dirigió cinco partidos: tres de primera fase, uno de cuartos de final y uno de las semifinales. No oculta su orgullo por haber representado “bien al país”, aunque el mérito no fue solamente de ella —dice— “también de mis compañeras Elizabeth Blanco y Maricela Urapuca”, quienes oficiaron como asistentes.
Adriana no es la primera árbitra central boliviana en llegar a esas instancias en una Copa Libertadores femenina, que se juega desde 2009.
“Hubo muchas colegas del país, por las que siento mucho respeto, que han tenido actuaciones destacadas, no solamente en Libertadores, sino también en otros torneos internacionales”.
Es consciente de que el fútbol históricamente ha sido considerado un deporte de hombres, pero también sabe que de a poco y con mucho esfuerzo las mujeres van ocupando lugares importantes.
Sus inicios
Desde niña estuvo vinculada al fútbol de salón, porque su padre, Pedro, fue árbitro y también su hermana mayor, Ninoska.
“Sobre todo mi papá, pero también mi hermana fueron mi mayor motivación; también es cierto que ingresé al Colegio de Árbitros de Fútbol de Salón de Tarija, cuando tenía 14 años, pensando en ayudar económicamente en mi casa, pues somos una familia, sencilla, humilde y hemos pasado por muchas dificultades, así que la intención era ganar un poco de dinero y ayudar con los gastos”.
Empezó desde abajo: antes de dirigir fue planillera y después de un tiempo le dieron la oportunidad para ser árbitra. Primero en las categorías de menores, después juveniles, hasta llegar a la máxima división cuando tenía aproximadamente 15 años.
“Mi niñez y juventud no fueron como de los demás chicas y chicos, por ejemplo, de ir al parque o salir a divertirme con mis amistades, pues tenía que enfocarme en trabajar para ayudar en mi casa y estudiar”.
Adriana Jessica Farfán Herbas nació en Tarija, el 24 de diciembre de 1992. Desde 2018 es árbitro FIFA.
Sus padres son Zoila Herbas y Pedro Farfán; además tiene tres hermanos: Ninoska, Abigail y Pedro.
Del futsal al fútbol
A los 18 años —cuenta— le hicieron la invitación para seguir su carrera dirigiendo partidos de fútbol.
“Eso, sin embargo, significaba empezar de cero, porque si bien ya había dirigido partidos de futsal, debía ingresar al Colegio de Árbitros de Fútbol, porque obviamente las reglas son diferentes, las dimensiones de las canchas y otros detalles”.
Otra vez le tocó empezar de abajo, primero dirigiendo a niños, juveniles, categorías de ascenso, Primera B hasta llegar a la Primera A, en damas y varones.
“En todo ese proceso permanentemente era evaluada por los asesores, así que tenía que rendir para seguir avanzando”.
En ese entonces, hace aproximadamente 10 años, oficiaba como juez central y también como asistente. “Con el tiempo uno decide a qué dedicarse específicamente, yo decidí ser árbitra central y empecé a fijarme objetivos, metas en el corto y largo plazo”.
Los objetivos
“Desde que empecé a dirigir en fútbol estaba enfocada en llegar a ser FIFA y si no lo lograba hasta los 25 años iba a dedicarme plenamente a mi carrera de contadora, pero afortunadamente se dio, la Comisión de árbitros de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) ha confiado en mí, soy FIFA desde 2018, aunque han sido años de lucha, de trabajo”.
Hubo cursos teóricos, prácticos, evaluaciones físicas, conocimientos del reglamento, analizar videos, los que ha tenido que sortear para llegar a ser una de las mejores del país.
Es una agradecida de los asesores de árbitros que, en su carrera, además de hacerle las respectivas evaluaciones, también la guiaron y aconsejaron. “Ellos también son parte de mi progreso”.
Experiencia y proyección
Antes de ser internacional, dirigió en infinidad de campeonatos nacionales, de clubes y también de selecciones.
Desde que es FIFA (en 2021 inicia su cuarto año con la insignia) ha dirigido campeonatos sudamericanos, Juegos Odesur, Juegos Panamericanos y por supuesto Copa Libertadores.
“Esta (la de Argentina) ha sido mi tercera Copa, pero en las ocasiones anteriores solamente he llegado a dirigir en primera fase. Ahora hemos podido avanzar, cuartos de final y semifinales, porque la Comisión de Árbitros de la Conmebol hace un seguimiento a las actuaciones y he podido dirigir varios partidos. Ahora la intención es que exista una continua superación y demostrarlo en el campo de juego, pero vamos a darle tiempo al tiempo, porque no me gustaría tener una decepción”.
Más sueños
“Quiero hacer realidad otro de mis objetivos: dirigir en una Copa del Mundo femenina y por qué no también en una masculina”.
En la Asociación Tarijeña de Fútbol ya le ha tocado estar en partidos de varones.
El siguiente mundial femenino se jugará en 2023, en Australia y Nueva Zelanda.
“Yo creo que podemos llegar, porque en Tarija y en Bolivia tenemos muy buenos árbitras y árbitros”.
Al margen de los estudios que realizó para ser árbitra, primero de futsal y después de fútbol, es contadora pública de profesión.
Adriana asegura que con la experiencia que ha recogido primero en el futsal y después en el fútbol está capacitada para dirigir competencias oficiales masculinas.
“No tengo un sentimiento diferente a los que tengo cuando dirijo un partido de damas, desde jovencita lo he hecho. No tengo temor, tampoco si existe un cuerpo técnico de varones, que suelen presionar más”.
Lo importante es tener respeto —apunta— “también empatía con ellos (los hombres), pero por si existiera reacciones desmedidas por ira o por rabia me atrevería a decir que psicológicamente ya estoy preparada para controlar esos sentimientos, además no lo permitía porque tampoco soy muy tranquila, soy medio dura”.