Bolivia perdió ante Chile (1-0) y fue su segunda derrota al hilo en la Copa América de Brasil, pero dejó claro que, si se anima a jugar de otra manera que no sea solo defenderse, las cosas le pueden ir mucho mejor, como que el resultado de este viernes en Cuiabá es inmerecido.
Si en algún caso las piernas no temblaban o si se afinaba en otros la puntería, o por último si Claudio Bravo no hubiera tapado alguna pelota difícil, el resultado habría sido al menos un empate, sobre todo por lo bien que la Verde jugó en el segundo tiempo en el que mostró otra faceta, como para animarse a decir que fue su mejor expresión desde lo futbolístico.
En definitiva, fue otra película. No aquella de un equipo timorato que apuesta al milagro de no perder, sino de uno que también sabe moverse con la pelota, propone y genera peligro.
La pena es que ya son dos derrotas, una ante Paraguay (3-1) y la de ahora, que disminuyen notoriamente su chance de avanzar a la próxima fase, tomando en cuenta que le será mucho más difícil puntuar ante las favoritas Uruguay y Argentina, sus próximos rivales. De manera que el riesgo inminente es quedar en el último lugar y fuera de combate.
Gracias a Lampe
La Verde sufrió unos 30 minutos avasallada por Arturo Vidal y compañía; sin embargo, menos mal que tuvo un bastión, el golero Carlos Lampe, quien impidió que el 1 a 0 logrado por Chile a los 9 minutos se convirtiera en una goleada. Luego de ello, cuando la selección decidió ponerse los pantalones largos, calmó las aguas y movió las estructuras de su rival hasta ponerlo en apuros.
En esa primera media hora Bolivia mostró muchos defectos y errores. Al no tener la pelota en el medio ni agruparse bien, todo el peso recayó en la última línea continuamente superada.
El 1-0 vino mediante un contragolpe tras un fallido ataque boliviano. Entre Vidal y Eduardo Vargas armaron la jugada ante una apurada zaga nacional y le dejaron la pelota servida al inglés-chileno Ben Brereton para que liquidara a Lampe.
Luego Chile pasó por encima de Bolivia, aunque no pudo superar la última barrera, que fue un Lampe inspirado y que llegó a todos los balones posibles. Por él, el partido no quedó liquidado temprano.
A jugar se dijo
Bolivia cambió su chip y salió a jugar desde que se dio cuenta de que ese era el camino. A los 29 minutos armó una buena jugada, pero Roberto Carlos Fernández le pegó con poca confianza a la pelota.
El medio sector nacional comenzó a tener mayor protagonismo y el balón pasó a su control, entonces Chile perdió terreno y Bolivia fue creciendo. A los 44 minutos, Ramiro Vaca casi empata con un disparo que salió apenas alto.
El segundo tiempo fue todo —o casi— de Bolivia. Cierto, a veces tuvo la pelota de manera intrascendente, pero en otras fue vertical, halló espacios y creó ocasiones.
No está alejado de la realidad afirmar que hubo un tramo en que metió a Chile contra su arco.
A los 56, Bravo salvó después de un tiro de Saavedra a pase de Juan Carlos Arce. A los 70 nadie llegó a cabecear un peligroso centro de Fernández. A los 73, Bejarano le pegó de zurda desviado. Es decir, eran razones como para merecer el empate.
Chile casi ya no le llegó a Lampe, salvo un cabezazo que atajó bien el golero.
Bejarano tuvo otra y, sobre el final, Enrique Flores no pudo bajar bien en el area un pase profundo de Arce.
Bolivia mostró una mejor cara en este partido, muy mejorada, aunque no pudo evitar la derrota, pero una cosa es perder jugando bien y mereciendo otro resultado, y otra es colgarse del travesaño y ponerse a rezar. Farías y compañía deben apostar más seguido por lo primero y olvidarse de lo segundo.
Revista la síntesis.
https://www.conmebol.com/analisis-del-partido?competition=128&season=2020&match=2042152