Mundo Deportivo era una revista argentina que fue publicada entre 1949 y 1959, era competencia de El Gráfico. Una de sus portadas la dedicó al “Maestro” Víctor Agustín Ugarte cuando el boliviano era jugador del club San Lorenzo.
Esa publicación, de la que no hay referencias de comercialización en Bolivia, es solo un ejemplo de la colección de fútbol boliviano de Álvaro Javier Daza Pereira, un hincha de Bolívar que desde hace 20 años realiza “en serio” esa actividad.
Fotos inéditas de la selección nacional en el Sudamericano de 1945 de Chile con Julio Borelli como técnico, del arquero Jesús Bermúdez en acción en 1927 o de Rafael Méndez, el primer capitán de la selección en 1926, también forman parte de ese tesoro.
Publicaciones de revistas deportivas húngaras acerca de la serie que disputó su selección en 1977 contra la de Bolivia por clasificar al Mundial de Argentina 1978, entradas de partidos y abonos de la selección figuran igualmente en el inventario.
La programación y fichas de la gira de Always Ready por Europa en 1961 tiene un lugar en su colección, en su domicilio en La Paz.
Asimismo, más recientes, camisetas de Marcelo Martins en su etapa del Shakhtar Donetsk de Ucrania, por ejemplo.
Así comenzó…
Su afición de niño era jugar tapagol, que consistía en armar equipos con las tapas de botellas de las gaseosas en las que se colaban fotos de los jugadores de la época para luego simular partido de fútbol. Tiempo después, con el incentivo de un amigo filatelista, se dedicó a la colección de objetos.
“Conseguir las fotos, saber de los equipos de cuando era niño, fue el inicio de mi afición. Luego comencé a guardar las entradas de los partidos de la selección y Bolívar a los que asistía. Y hace unos 20 años que comenté del tema con un amigo que me impulsó a seguir adelante”, recuerda Daza.
Ya en tiempos de internet y redes sociales se enteró sobre la existencia de grupos de coleccionistas a nivel mundial. Sus primeros contactos fueron con ciudadanos ingleses fanáticos de la denominada memoria futbolística: “es casi una industria en ese país. En Bolivia solo conocía de una labor similar de Iván Aguilar, a quien nunca pude contactar. Ahora se puede decir que tengo un nombre en la comunidad internacional y me buscan”.
Álvaro Daza jugaba ‘tapagol’ cuando era niño. Ahí comenzó su afición por el fútbol y luego saltó a la colección.
La colección creció a ritmo sostenido, dice con orgullo que copió de una biblioteca y archivó en formato digital la cobertura del primer partido de la selección nacional en 1926. “Tengo fotografías del Sudamericano de 1927 y del Mundial de Uruguay de 1930. Del certamen que tengo bastante material es del Sudamericano de Chile 1945, son publicaciones que son muy difíciles de encontrar en físico, y en internet no existen”.
Tan grande…
Daza se ha enfocado más en la selección nacional, pero eso no le impide tener recuerdos de equipos del país como las entradas de partidos de clubes bolivianos en Copas Libertadores de América o Sudamericana.
“En camisetas originales de Bolivia, en las que hay algunas de partidos debo tener unas 60. De jugadores bolivianos en equipos de afuera me empezaron a ofrecer y otras que conseguí en el país estoy cerca de las 40. Tengo por ejemplo las utilizadas por Marco Etcheverry en DC United, Erwin Sánchez en Portugal, muchas de Joaquín Botero en México, Ricardo Pedriel en Turquía, Ronald García en Grecia. Las más antiguas son difíciles de conseguir porque no las van a soltar por nada”.
De Bolívar tiene muchas que fueron adquiridas en tienda porque es hincha del club. Pero cuenta que logró conseguir una de Carlos Borja de un partido de Copa Libertadores contra Flamengo de 1983, otra de Eduardo Jiguchi de un choque frente a Palmeiras de 1995.
Entradas de la selección un poco más de 100, sumadas a las de la Liga, Copas internacionales y otras que he ido cambiando, superan el millar, que están dispuestas en álbumes.
También cuenta con publicaciones continuas de unos 20 años de la revista argentina El Grafico, que siempre le sirven de referencia.
“He ido tomando cada vez más en serio la colección hasta que se volvió grande”, dice Daza y comenta que a las redes sociales no ha subido ni la décima parte porque la piratería no perdona. “Hay gente que se apropia inmediatamente de lo que uno sube e incluso pone su marca de agua y eso me hizo pensar en poner un límite a mis publicaciones”.
¿Cómo consigue todo?
Es increíble, pero solo un futbolista le regaló una camiseta oficial de partido. Es que no tiene contacto con jugadores, entonces lo suyo es estar en la tribuna y la búsqueda de objetos de su colección las realiza a través del intercambio, y de la compra y venta.
Marcelo Martins es el referente del fútbol boliviano en la actualidad. Daza adquirió hasta el momento una divisa del “flecheiro” en Cruzeiro, dos del también brasileño Gremio, dos de Shakhtar de Ucrania, una con parche de participación en la Copa UEFA, otra de la Liga de Ucrania. También tiene una de su paso por China, otra del Vitoria de Brasil (el primer club del goleador en el exterior) y una réplica de cuando estaba en el Werder Bremen de Alemania.
“Es un futbolista popular y los coleccionistas decimos que sus camisetas son conseguibles. Sucede que en el exterior hay coleccionistas grandes y algunos tienen tiendas que las comercializan. Las de Martins las obtuve a través de un ciudadano brasileño que compra las camisetas a los futbolistas y las revende. Al formar parte de un grupo grande aparecen las ofertas. En Bolivia ya tengo un nombre como coleccionista”.
Las camisetas que tiene y son parte de su tesoro fueron utilizadas por los jugadores. No se trata de divisas adquiridas en tiendas.
Cuenta también que obtuvo una utilizada por Eduardo Villegas, que la intercambió con el fallecido zaguero argentino José Luis Brown. Sucede que como estaba delicado de salud su familia liquidó su colección de casacas en su país, desde donde le llegó la noticia de que había la del exmediocampista y ahora técnico de Blooming
En el país las camisetas se cotizan barato, en el exterior el precio es mayor y con esas reglas debe participar.
“La más cara me costó un poco más de 400 dólares, es una de Bolivia de 1983 del exzaguero Carlos Arias. Fue en una subasta y me animé a entrar porque antes había vendido un par de cosas, gané el dinero y así la conseguí. Para mí no es usual gastar tanto, tengo restricciones, entonces he visto cosas interesantes que las dejé pasar por sus altos precios”.
En la mira
Su preferencia es la selección y recuerdos de bolivianos en el exterior “porque uno quiere darle valor a nuestra historia futbolística, esa es la intención”.
De la década del 80 del siglo pasado hacia nuestros días tiene varias camisetas, pero hay otras anteriores que las va negociando.
“Estoy tras una de Porfirio ‘Tamayá’ Jiménez de los años 70, no me la quieren vender barata y sigo negociando”.
Misión imposible es conseguir más antiguas como las utilizadas por los campeones del Sudamericano de 1963, el único título internacional de la selección de Bolivia.
“Sigo buscando, he ubicado una de 1962, hace cinco años que voy atormentando al nieto de quien la utilizó, ojalá la pueda soltar. Las del 63 tienen un alto valor sentimental para los descendientes, son camisetas que no tienen precio y las conservan ellos”.
Más famosos
Insiste, pero no puede dar con casacas de Julio César Baldivieso en Newell´s Old Boys de Argentina, Barcelona de Ecuador y Yokohama Marinos de Japón. “No he podido conseguir, de él tengo un libro en el que está incluido entre 500 futbolistas del mundo. Me ofrecieron del Yokohama, pero de otro jugador y he preferido descartar porque no ayuda en mi objetivo”.
Camisetas exclusivas que se utilizaron en un solo partido en la gira de la Verde antes del Mundial de 1994 están en su poder por los contactos con coleccionistas de Norteamérica.
‘Al formar parte de un grupo grande aparecen las ofertas. En Bolivia ya tengo un nombre como coleccionista’.
Tiene la usada contra Grecia y Camerún, también entradas y programación de los partidos frente a Rumania e Irlanda.
La más reciente es una del amistoso de junio de 2019 contra Francia, el vigente campeón del mundo. La camiseta llegó acompañada del programa del partido y una entrada.
Le ofrecieron una de Diego Cabrera cuando estaba en el colombiano Deportivo Cúcuta, pero para cerrar trato debe enviar a cambio una casaca antigua de Oriente Petrolero. Daza está haciendo gestiones por conseguir una.
Mala época
La pandemia también afectó y hay cosas comprometidas como una camiseta de Joselito Vaca cuando estuvo en Estados Unidos.El acuerdo de palabra está hecho con un coleccionista peruano; a cambio, Daza debe enviarle una solicitada.
Consiguió a muy buen precio una de Bolivia de 2003 y firmada por todo el plantel, el servicio de correo privado ya tomó contacto con él para acordar fecha de entrega, en pocos días la tendrá en sus manos.
Por correo estatal le debía llegar una entrada del amistoso de 2019 entre Corea del Sur y Bolivia en la ciudad de Ulsan. Por la cuarentena no pudo recogerla, tiene información de que todo lo que llegó al país está en un galpón y confía que su encomienda no se extravió. El costo de envío no es caro, pero es buena pieza de colección.
Los boletos
Las entradas están en álbumes correctamente ordenadas y las quiere digitalizar, en el inventario están los ingresos para los tres partidos de primera fase que jugó Bolivia en el Mundial de Estados Unidos 1994, contra Alemania, Corea del Sur y España.
También tiene varias de eliminatorias, incluidos los abonos de los partidos de local de la Verde y de cotejos internacionales de clubes.
Cuenta asimismo con álbumes de figuritas de Copas del Mundo, libros de clubes, en varios casos son obsequios de amigos que consideran que en su poder estarán mejor cuidados.
Recuerda que un amigo estaba haciendo compras por internet y se encontró con un programa de partidos de la gira de Always Ready de 1961, compró y se la obsequió.
400 dólares pagó por una camiseta de la selección nacional, que la utilizó Carlos Arias en 1983.
Proyectos
Plasmar su colección en un libro con el material digitalizado que tiene, abrir un pequeño museo o un café temático para mostrar su obra de 20 años, son proyectos que maneja en el día a día. “Ha ido creciendo y parece que se está yendo fuera de control”.
El apoyo de su familia también es importante para seguir adelante, su esposa y dos hijos saben que se trata de un hobby sano y divertido, sin ellos sería más difícil.
“Pienso poner un café y conseguir un espacio para exhibir la colección porque la casa está quedando chica para lo que he logrado reunir. Se necesita tiempo porque es la memoria de nuestro fútbol. Y siempre ha sido una actividad paralela a mi profesión de economista”.
Fotos: Álvaro Daza