Por: Marco Fernández Ríos (*)
No importa si es domingo o jueves. Lo importante es que es día de feria en la 16 de Julio, en El Alto. Temprano, cuando las nubes tímidas de a poco se disipan en la hoyada paceña y la gente se ubica de a poco en sus puestos de venta, Gary camina en busca de lo que llama reliquias, en un lugar donde se puede encontrar desde un juego de agujas, partes de aviones, algún carro bombero o una copa del Bolívar.
“Me parece que he sido bendecido al nacer cerca del riel”, comenta Gary Chambi Rojas, un ingeniero electrónico especializado en telecomunicaciones que tiene al coleccionismo como otra afición en su vida, gracias a que vive en la avenida Panorámica, uno de los lugares más visitados en el Jach’a Qhatu (del aymara, que significa gran mercado), considerado por muchos como el mercado más grande de Sudamérica.
Fue ahí donde el alteño de 39 años comenzó su afición como coleccionista de objetos antiguos. Inició a los 10 años, con una zampoña de piedra, de la cultura tiwanacota, que le costó 30 bolivianos, y continuó con relojes, monedas, discos de vinilo y libros únicos, como textos en latín del siglo XVIII.
“Antes salía más temprano, para encontrar buenos objetos, pero ya no hay tanto para ‘cazar’. Lo que quieres encontrar ahora lo hallas a partir de las nueve de la mañana. No temprano”, recomienda el cazador de objetos antiguos.
Uno de aquellos domingos, Gary caminaba junto con su amigo Juan Carlos Calle con el objetivo de encontrar alguna reliquia, que se suelen esconder entre chiwiñas (parasoles tradicionales hechos con unas barras de metal y una bolsa plástica) y puestos en el suelo.
Aquella caminata los llevó a la Calle de la Basura, una vía que se encuentra en el límite mismo entre La Paz y El Alto, donde múltiples productos, como máquinas electrónicas descompuestas, cigarrillos de contrabando, botellas de vidrio y DVD con películas de estreno.
En esa vía atosigada por compradores en potencia, Carlos se dio cuenta de que había un puesto con varios trofeos a la venta. En esta clase de pasatiempos —explica Gary—, un ojo entrenado puede encontrar alguna joya. Carlos pensó que se trataba de un objeto de plata. Gary dictaminó que era una aleación de bronce con una película de plata. Al analizarlo con detenimiento, vio que la copa tenía una inscripción interesante:
La Paz Foot Ball Association
Campeonato oficial
1° División
“Bolívar”
Campeón 1942
“Aliados y alemanes lucha en las cercanías de Bizerta”, “Desalojaremos al Ejército japonés de Filipinas”, “Continúa el avance británico sobre el puerto de Bengasi”. “Las fuerzas aliadas y germanas entraron en contacto cerca de Bizerta”, “Con renovado brío atacan los alemanes Stalingrado” eran los principales titulares de los periódicos La Razón y El Diario el lejano lunes 16 de noviembre de 1942.
Con la invasión del Ejército alemán a Polonia, el 1 de septiembre de 1939, inició la Segunda Guerra Mundial. Para el penúltimo mes de 1942, las fuerzas estadounidenses evitaban el avance japonés, mientras que las tropas soviéticas contraatacaban y avanzaban hacia Hungría y Rumania, en desmedro de las fuerzas nazis.
En aquel contexto, poco o nada influían las actividades deportivas, con excepción cercana de las corridas de toros, que para entonces eran muy publicitadas. La última página de La Razón y El Diario cuentan un poco de la final del campeonato de fútbol paceño.
“En la tarde de ayer, en el Estadio de La Paz, se llevó a efecto el último encuentro del campeonato de fútbol llamado ‘de honor’, convocado por la asociación departamental de este deporte, como una competencia de estímulo, ya que fue dividido en dos ruedas, interviniendo en la primera los cuatro primeros de la serie oficial y en la otra los cuatros perdedores”, inicia La Razón la nota que titula: “Bolívar se clasificó campeón del certamen”.
“Ante reducido número de espectadores para tratarse de un final de campeonato, jugaron ayer, en el Estadio de La Paz, Bolívar y Atlético La Paz (…). A las órdenes del árbitro Froilán Pinilla, los equipos alinearon; Bolívar: Lema, N. Rojas y H. Rojas, Gutierrez, Terrazas y Pantoja; De la Riva, Romero, Orosco, Carrasco y Plaza. Atlético La Paz: Masuelos; Vera y Paredes, Ordóñez, Moya y Gutiérrez, García Viscarra, O. Vera, Vásquez y Carpio”, informaba El Diario.
De acuerdo con el resumen del partido, ambos equipos mostraron empeño para lograr la victoria, aunque los “funerarios” con más deseos de ganar, aunque Bolívar abrió el marcador en el primer tiempo. A los 20 minutos del complemento, los “negros” obtienen el empate a través de Mollinedo, que ingresó en lugar de Viscarra.
Terrazas, con un fuerte remate de larga distancia; Plaza, con un cabezazo, y Garzón determinaron que el partido concluyera 4-1 en favor de los celestes. “De esta manera, Bolívar ha ganado merecidamente el Campeonato de Honor”, indica El Diario.
Ser un coleccionista de objetos antiguos implica tener algún método. En el caso de Gary, después de que adquiere alguna reliquia, de inmediato inicia el proceso de investigación, para conocer el origen y algunos datos curiosos.
“Como no daban interés a estos campeonatos, seguramente lo depositaron en almacenes, de donde se va perdiendo poco a poco”, afirma el coleccionista, quien buscó datos en internet y en hemerotecas.
Guardada en una vitrina restaurada, la copa de Bolívar es motivo de charla entre amigos y familiares, a quienes les brillan los ojos al ver un posible galardón del equipo de sus amores. Entonces, empiezan a recapitular cómo era el fútbol de antes, a recordar a jugadores emblemáticos y, también, afirmar que este trofeo es importante, porque, al parecer, se trata del último de un tetracampeonato.
“He intentado una vez acercarme a los dirigentes de Bolívar, pero hasta ahí me he quedado. No he querido ahondar más porque tal vez puede haber malos entendidos”, explica el ingeniero electrónico.
El trabajo de confirmación es complicado, ya que, hasta el cierre de esta edición (23.30 del domingo 11 de abril), ningún dirigente o exdirigente del club aceptó responder el requerimiento de los periodistas.
Después de pensarlo mucho, Gary decidió mostrar su copa no sólo a sus amigos y familiares, sino también a la población, porque “es necesario dar valor a lo que se tiene, porque si lo dejas ahí quedará en el olvido”. Para la producción fotográfica, el coleccionista saca el trofeo a la feria donde lo encontró. Casi de inmediato se acercan las personas, quienes miran con curiosidad de qué se trata. Preguntan y ven con detenimiento la inscripción. En algunos casos también observan el código que hay en la base (BOL.1.08.03.057 – 56-1942), un dato que hace pensar que, tal vez, esta copa que estaba escondida en un rincón de la Feria 16 de Julio se trata de una verdadera reliquia del Bolívar.
(*) Marco Fernández Ríos es periodista y publicó esta nota en su blog ‘Marco Vínculos’. Premium la reproduce con su autorización.
Las fotos son de Marco Aguilar.