Marco Tarifa, periodista
Tocar el cielo con las manos, eso hizo Bolívar en 2004 al anotarse, por primera y única vez, en la final de un torneo continental como la Copa Sudamericana. Curiosamente no fue con el mejor equipo de su historia y mucho menos con su mejor dirigencia, fue un grupo de memorables futbolistas que hizo realidad lo inimaginable. Varios meses de sueldos pendientes y hasta la sede de la final cambiada, porque la ida debía jugarse en la Bombonera de Boca Juniors y la vuelta en el Hernando Siles, fueron una evidencia de que Bolívar no tenía la mejor dirección.
Ese punto alto en la vida deportiva de Bolívar no dejó raíces que multiplicaran el buen fruto de esa cosecha, todo lo contrario, llegó una crisis inimaginada y solo un milagro de nombre Marcelo Claure pudo evitar la catástrofe. Fue una jugada maestra la que hizo Guido Loayza para provocar el renacimiento bolivarista. No fue una tarea sencilla, solo la billetera y la decisión del empresario pudieron devolverle al club una salud financiera que le permitiera plantearse nuevos objetivos en busca de su crecimiento.
La “era Claure” arrancó guiada por un Loayza como el actor fundamental en la reconstrucción de la vida deportiva del club, para eso el protagonista de otros momentos exitosos de Bolívar no dudó en acudir a nombres confiables y con pasado celeste: Ramiro Blacut y Jorge Habegger como los indicados para recuperar la identidad de un equipo que estaba obligado a transitar por el camino del éxito. Fue difícil inclusive con billetera millonaria, porque hubo decisiones erradas por el paso de muchos técnicos y futbolistas que no estuvieron a la altura. Se produjo una curiosa manera de conducir el club en lo deportivo, un técnico lo elegía Claure y al siguiente Loayza, eso no hizo otra cosa que extraviar el rumbo: Escobar, Insúa, Vivas, Portugal, Beñat, Vigevani aparecieron en escena, todos tan diferentes, una muestra de un desconocimiento alarmante en la materia.
No fue hasta Xabier Azkargorta, en 2014, que Bolívar se instaló en semifinales de la Copa Libertadores, el mayor éxito en la “era Claure”. Otra falta de tino no le permitió al club disfrutar de su gran recorrido en esa campaña, dejó ir al uruguayo William Ferreira y las vacaciones para el plantel tras el párate por el Mundial de Brasil fue muy larga y el equipo perdió su forma futbolística; por ello, la semifinal con San Lorenzo dejó un doloroso 5-0.
Una vez más los resultados y los rendimientos más destacados no fueron aprovechados, los dos capítulos exitosos en los torneos internacionales que se juegan en esta parte del mundo no sirvieron para consolidar un plan o una fórmula que permitiera generar con más frecuencia resultados mayores. Bolívar siguió su camino recomenzando permanentemente, cambiando frecuentemente entrenadores: Villegas, Insúa, Arias, Zago y hasta un tal Vinicius Eutropio. El borrón y cuenta nueva se hizo una mala costumbre.
El arribo de Flavio Robatto rompió el molde, el argentino llegó al banco celeste sembrando un mar de dudas. Esta vez el elegido no tenía pasado en Europa ni presumía de haber trabajado a lado de nombres conocidos en el fútbol: Vivas-Bielsa, Hoyos-Messi, Zago-la Roma. El técnico argentino venía de dirigir a Nacional Potosí, fue asistente de Gustavo Costas y Carlos Ischia en el banco del Barcelona. El “experimento” dio resultado, Bolívar recuperó una manera, una propuesta, jugar o intentar hacerlo pensando siempre en atacar, sin importar el rival ni la cancha. Dejó de ser un discurso lejano a la realidad.
Los números del Bolívar de Robatto son buenos, su propuesta responde a la exigencia histórica del buen trato a la pelota, el buen juego y los muchos goles que pide el bolivarista. No es Habegger, el gran transformador del fútbol boliviano, pero Robatto está encaminado a dejar un legado acorde con la historia exitosa de Bolívar.
Mario Mercado sembró grandeza, Marcelo Claure recuperó el sueño de crecimiento de un club que es una marca registrada de nuestro fútbol, el “made in Bolívar” cumple un siglo de vida, cien años de tardes y noches, de alegrías y de tristezas, de aciertos y errores, de ganar y perder como la vida misma.
Marco Tarifa es periodista, director del programa de televisión El Equipo Deportivo