El deporte boliviano está abandonado por los gobiernos de turno desde hace mucho. El anterior presidente elegido construyó canchitas para que jugaran sus amigos y él. Hay un montón de ellas repartidas por el país, todas vacías, algunas incluso maltrechas.
Sería injusto, sin embargo, no mirar las obras para los Juegos Suramericanos de Cochabamba 2018. Gracias a una fuerte inversión el país cuenta desde entonces con varios escenarios de primera para diferentes disciplinas. Hasta ahí todo bien. Lo malo es que nuestros deportistas no recibieron el mismo impulso, entonces fueron y aún lo son visitantes en su propia casa.
Bolivia tiene desde este domingo nuevo Presidente. Una primera mala señal: cuando era candidato, Luis Arce Catacora fue el único que no acudió a una invitación del Comité Olímpico Boliviano (COB) para anticipar sus planes en favor del deporte, justo se le cruzó un imprevisto. Nadie sabe qué se le pasa por la cabeza sobre este tema, salvo que “juega” algo de baloncesto según mostró durante su campaña.
El deporte necesita, con o sin Ministerio, que se le tome en cuenta. Hay que revisar esa ley que ha estancado a las federaciones y les ha dejado a los deportistas en la orfandad. Hay que crear verdaderas políticas de formación, como primer paso, y de incentivo real, fuerte, consistente a los buenos resultados que por ahora son producto de esfuerzos propios e individuales. No es cuestión solo de gastar en unos Juegos que no conducen a casi nada o dar impulso solo a algunas disciplinas que hacen más populares a los gobernantes. La cosa es al revés: hay que apoyar al deporte y no servirse de él.
Ojalá que un primer paso sea el adecuado nombramiento de la primera autoridad deportiva del país. Que recaiga en alguien elegido no porque el partido gobernante tiene que pagar favores, por simple afinidad política o por compartir los correteos detrás de una pelota. El deporte necesita de alguien de su familia, que haya sufrido los tiempos de retroceso y sepa cómo ayudar a salir de él con gestión, ideas, inversión adecuada y de la mano con los verdaderos actores.
Señor Presidente, el deporte boliviano existe. Conectado a un respirador, pero aún vive. La terapia suya va a ser determinante para que se levante de ese lecho de enfermo, comience a andar y después a correr. Tómelo en cuenta.
Foto: Prensa del MAS