Guido Loayza está retirado de la dirigencia deportiva desde el 31 de enero de 2020, día en que Bolívar eligió a Marcelo Claure como presidente del club.
Se retiró del fútbol, pero no se fue, nunca lo hará. Ahora lo mira desde afuera con la misma pasión que le nació en su época de universitario en la ciudad argentina de La Plata, cuando era un asiduo asistente a la tribuna popular cada vez que Estudiantes jugaba partidos de Liga.
Su larga trayectoria dirigencial, que incluye la dirección de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) entre 1992 y 1994, gestión en la que Bolivia obtuvo por mérito propio la clasificación a la Copa del Mundo de Estados Unidos, y 11 años como presidente de Bolívar, hacen que su palabra sea la más autorizada para hablar de la coyuntura, más cuando la División Profesional acaba de vivir una fuerte crisis salvada por poco de lo peor.
– ¿Cómo fue para usted este año fuera de la dirigencia del fútbol?
– Un año raro, un año sin fútbol, no hemos podido seguir con nuestras vidas, que es ir a las canchas. La pandemia nos ha llevado a otras cosas, a otro mundo que también lo veo interesante.
He visto muchas cosas, una es que todavía seguimos sin poder cambiar el estatus de nuestro fútbol, seguimos sumidos en el sótano del balompié sudamericano.
Percibo que no hay visos de cambio, de transformación, de empezar a subir y llegar a la superficie. Estamos así, pero siempre con la esperanza de que las cosas cambien, tratando de ver desde afuera y lo más cuidadosamente posible.
– ¿Estuvo atento a la semana movida que tuvo el fútbol?
– Es una vergüenza total. El arreglo al que se ha llegado para normalizar el fútbol no puede ser el comienzo de nada. Es simplemente una lección de que en cualquier sociedad pequeña, grande, mediana o en grupo en el que hay inconvenientes, normalmente el diálogo es el que soluciona eso. Así ha sido en el pasado y será en el futuro. Entonces se podía haber arreglado hace un mes y dar prioridad a tantas otras cosas que están pendientes.
– ¿Cuáles, por ejemplo?
– Tantas comisiones que no funcionan, pero están en el estatuto y no hay nombramientos. Hay cosas por hacer y no las hacemos.
Ya hemos llegado hasta el borde del río, menos mal que no nos hemos caído porque dimos un paso atrás. Eso debíamos haber hecho hace 30 días en una hora, así no hubiera habido esos papelones y situaciones vergonzosas de nuestro fútbol.
Es una lección de que hay que ver las cosas de otra manera. Es una experiencia, pero no es el comienzo de algo, sino una solución de algo doméstico y común que se hizo anual. Hace años que sucede lo mismo; ahora habrá sido un poco más o menos.
– ¿Tuvo contacto con dirigentes y futbolistas, le pidieron consejos?
– Sí, me llaman para conversar y quieren que opine, pero no quiero opinar porque no hay que meterse. Uno ya fue, ya hizo su parte y ya está. Uno no es un oráculo.
Duele porque uno ha vivido tiempos en los que había una dirigencia que realmente enseñaba, que dejaba escuela a otras personas que podían hacer cosas por el fútbol. Quisiera ver lo mismo y nos sentimos frustrados porque no pudimos dejar algo más, o que se valore lo que hicimos para mejorar.
Esto es cosa de ver y sacar conclusiones de lo mejor que dejó el pasado y definir cuál es tu tarea, pero es importante seguir los pasos. No es el tema empezar de cero, no hay que ser el descubridor, sino se trata de avanzar y eso no veo mucho.
Entramos en una turbulencia y ojalá se pudiera regresar a los Comités Ejecutivos que teníamos en el pasado.
– Recuerde cómo eran …
– En mi gestión estaban Mauricio González, Willy Soria, Wálter Kreidler y Javier Caballero. He sido un privilegiado de trabajar y discutir con esa gente. Yo le dedicaba más tiempo por ser presidente. Se trataba de un grupo tremendamente respetable, todos exitosos a nivel profesional, eran instituciones en sus ciudades por sus valiosos aportes. Uno tenía que estar a la altura de ellos y por encima, por la posición de presidente que tenía de un grupo selecto.
Sumado a eso estábamos rodeados de unas 15 personas de trabajo permanente como Percy Luza, Benando Biados, Roberto “Negro” Azcui y otros que eran dirigentes entregados a una causa, no iban por los viáticos ni por los viajes. Si hacemos una sumatoria de todo eso con seguridad te dará resultados.
Ni uno ganaba plata ni nadie tenía sueldo. Hoy día debe ser la excepción el dirigente que no tiene sueldo o viático y me pregunto ¿dónde está la pasión? ¿dónde está lo artesanal de esto?
– ¿Cómo era la FBF?
– La gente no tiene ni idea. No sabe que cuando nosotros llegamos a la presidencia no había ni federación, no existía. Era una oficina que pasaba papeles de la Liga a la Conmebol. Cuando había una actuación de la FBF se hacía un trabajo adhoc y lo mismo sucedía con técnicos, jugadores y empleados.
No tenía dinero, carecía de infraestructura y personal, pasaba papelones porque no teníamos ni un télex para recibir un fallo de la FIFA, menos un empleado que esté atento a las comunicaciones oficiales.
Y cambiamos. Bolivia apareció. A partir del 1994 hay FBF y es lo más importante de nuestro fútbol. Era la que más dinero tenía, podía trabajar con 10 millones de dólares, tenía oficinas, el fútbol podía sentirse orgulloso porque había organización, tenía un nombre, estaba entre los 30 mejores del mundo, habíamos clasificado al Mundial con buenos futbolistas y vendía jugadores.
Luego hubo otras gestiones, la siguiente recibió 16 millones; la otra, 12 millones. Empezó la danza de los millones de dólares y ya no volvimos a ver fútbol y nos olvidamos que también debíamos hacer fútbol.
– ¿Nos olvidamos de lo más importante?
– Aparentemente es lo más importante, pero empezamos a caer. De estar delante de Venezuela, Perú, Ecuador, Chile y Paraguay caímos al piso, donde nunca habíamos estado. En los viejos tiempos Bolivia siempre estuvo encima de esos países, ahora estamos últimos y no vemos el cambio que nos saque de eso para volver a mejor sitial. Ojalá que algún día hablemos de eso.
La federación debe tener gente que sepa mucho de fútbol y eso se consigue aprendiendo, como todo en la vida. Por ejemplo, los grandes pintores del Renacimiento comenzaron de aprendices y pasa mucho tiempo para aprender y aprender los secretos.
Es igual en el fútbol, a veces toma años y lo dejamos de lado como si se pudiera sacar un gran pintor de una plaza. No es así, eso se hace desde abajo.
A Xabier Azkargorta, por ejemplo, no lo dejamos solo, tenía gente que conocía el medio. El presidente no iba de tanto en tanto, sino que vivía con su selección y juntos dedicaban unas 20 horas a la semana para hablar. Además, había una cantidad de dirigentes que estaban todo el tiempo generando ideas, entonces él se sentía en medio de una sociedad boliviana y tenía posibilidades de brindar su capacidad y conocimiento.
La prensa era cruel, había gente que no lo quería, pero lo respaldamos. Nadie tiene la verdad absoluta en el fútbol, pero se puede intercambiar ideas cuando la gente está del mismo lado del mostrador.
– ¿Cree que ahora no estamos del mismo lado?
– No es crítica a nadie, no quiero hacerlo. Son solamente reflexiones con cosas del pasado y que todo el mundo sabe, no es ningún secreto. Mis pensamientos son para determinar dónde estamos y qué estamos haciendo para salir.