“Bolivia será la misma, juegue o no Etcheverry”. Con esa frase, Xabier Azkargorta contenía las preguntas de los periodistas sobre la influencia que podía tener o no en la selección nacional la presencia de su jugador estrella en el partido debut contra Alemania correspondiente al Mundial de 1994.
Ya solo faltaban seis días para el juego inaugural de la Copa del Mundo llevada a cabo en Estados Unidos. Fue hace 30 años.
El 11 de junio la delegación nacional ya se había instalado y desarrollaba su trabajo en el país sede del certamen. La Federación Boliviana de Fútbol (FBF) había elegido un hotel de concentración en el Condado de Providence y las prácticas eran en los campos de una universidad del lugar.
La llegada de la Verde había concitado gran movimiento periodístico de comunicadores de varias partes del mundo. El plantel dirigido por Azkargorta era considerado la revelación de las eliminatorias en Sudamérica luego de lograr una clasificación histórica y, de paso, el sorteo la había puesto como adversaria de la campeona vigente de entonces Alemania en el partido inaugural.
Presencia Deportiva contaba en EEUU con un periodista y un fotógrafo, que habían sido enviados especiales para la cobertura de la selección.
Marco Antonio Etcheverry “está trabajando y mientras vea que evoluciona favorablemente no lo voy a descartar”, decía Azkargorta sobre el jugador que fue incluido en la nómina final de 22 convocados a pesar de que no había la certeza de que pueda jugar porque los meses previos había pasado inactivo debido a la rotura de ligamento en una rodilla.
En esa fecha, Bolivia iba a tener su “prueba de fuego” final en un partido amistoso en Montreal, Canadá, contra Suiza.
“Cada día estoy más cerca de poder jugar”, decía, por su parte, Etcheverry.