El más reciente trabajo del periodista Gustavo Cortez rememora un caso particular ocurrido en el fútbol boliviano. En marzo de 1994, en un partido entre The Strongest y Universtario jugado en el estadio Hernando Siles, Miguel Gariazú sufrió una grave lesión en la cabeza, que casi le provoca la muerte.
El arquero paraguayo del Tigre sacó la peor parte en un choque con su compatriota Osvaldo Zabala. La rodilla del delantero destrozó la frente de Gariazú, quien quedó tendido en el césped a la espera de auxilio.
La fuerte contusión (luego se constató que tuvo hundimiento del cráneo en la parte frontal derecha) provocó la reacción inmediata de los médicos, quienes lo trasladaron en ambulancia a un centro médico.
Las horas que pasaron después del golpe fueron dramáticas para el guardameta, su familia y el club. En determinado momento, los médicos de la Caja Petrolera (donde fue operado dos veces) deslizaron la posibilidad de que corría el riesgo de fallecer o, si sobrevivía, tener varias secuelas, como la pérdida de memoria y la vista, o quedar paralítico.
Gariazú vivió momentos muy delicados. Ya no volvió al fútbol y esa fue una decisión muy drástica para él. Pasó días de frustración y depresión.
Sin embargo, se recuperó y hoy, 28 años después, goza de buena salud. Incluso volvió a jugar, aunque ya no de manera profesional. Tiene una linda familia con su esposa Viviana Quintanilla y sus tres hijos que lo siguen apoyando como el primer día.
Toda esta historia está en el documental ‘Puma Inmortal’, que ya se lo puede ver en la red social YouTube a través del link https://youtu.be/LEqxyw2OLAI