Lothar Kerscher lleva más de 50 años en Bolívar. Vio cómo fue construido el estadio de Tembladerani. Ahora también le tocará presenciar su demolición para dar lugar a uno nuevo.
Hace siete años se hizo cargo de ese escenario. Como proveedor de servicios se ocupó del mantenimiento de la cancha y de otros ítems, entre ellos la atención alimentaria al primer plantel y a la división pre profesional.
Su contrato está por terminar. Se quedará hasta el último día de abril y nada más.
“Estoy de lo más apenado y sorprendido”, dice, no solo porque ya no podrá asistir a Tembladerani que es como su segunda casa, sino porque dejará de prestar sus servicios.
Con el estadio
Recuerda cómo comenzó todo para la creación de Kerscher Servicios, la empresa que tomó a su cargo Tembladerani.
“Necesitaban atención para el primer plantel y la Pre Profesional, es decir, desayuno, almuerzo, merienda y cena. Era un servicio completo por lo cual tuve que comprar una serie de equipos y tomé empleados, tengo ocho, entre los que se incluye a los tres cancheros. La actividad de esta empresa era la atención permanente de los jugadores, de lunes a lunes, sin feriados”.
Además, el mantenimiento del terreno de juego donde a diario el plantel practicaba.
“Realmente era muy duro, pero lo hacía con gusto porque es mi institución. Mi gente me respondió muy bien, pero lo que me da pena es que a veces olvidan lo que uno ha hecho durante años en esta institución”.
Originalmente su contrato fenecía en diciembre del año pasado, sin embargo, luego le renovaron hasta fines de abril. Por esos días empezará la demolición del escenario.
¿Por qué no en Ananta?
El primer plantel ya está trabajando en Ananta, donde Bolívar construye un centro de entrenamiento. Don Lothar esperaba seguir cumpliendo con al menos parte de sus funciones en ese lugar.
“La verdad, pensé que íbamos a seguir ahí. Dicen que llamarán a una licitación, pero son cuentos, ya deben saber qué empresa va a ir ahí. Mi gente me respondió muy bien, pero lo que me da pena es que a veces olvidan lo que uno ha hecho durante años en esta institución. Afectó mucho mi salud, tengo tres infartos, dos operaciones, cosas como esta afectan mucho y me da mucha pena que ni eso les haya importado”.
“La vida es así, uno nunca sabe. Es que ha cambiado mucha gente en las oficinas de Obrajes. Son relativamente nuevos y ni deben saber quién es quién acá”, enfatiza.
Sigue como fiscal general
Lo que es seguro es que seguirá cumpliendo sus funciones como fiscal general del club.
“Eso es definitivo, de ahí no me pueden mover. Lo que quiero es morir siendo dirigente de Bolívar”, enfatiza.
A sus 88 años (nació el 7 de noviembre de 1933 en Danzig, Alemania), Kerscher llegó a la Academia en 1968 para formar parte del directorio.
Desde entonces cumplió todo tipo de funciones en el club que ama: “He ocupado todos los cargos. Entré en divisiones menores, luego al Comité de Fútbol, fui presidente del Comité de Fútbol, vicepresidente, delegado ante la Liga y cuando enfermó Mario (Mercado Vaca Guzmán +) dos veces ocupé interinamente la presidencia y durante dos años fui gerente a pedido de don Mario y Guido Loayza. Me hice cargo y todo ad-honorem, no ganaba un solo centavo”.
También “fui entrenador por cuatro partidos del primer equipo luego de que despidieron a un entrenador argentino. Obviamente me ayudó mucho que había gente como (Carlos) Aragonés”, recuerda.
Fue reelecto como fiscal general en diciembre pasado, en una asamblea del club. En esa condición espera llegar a los 100 años de vida del Bolívar, en 2025.