A Carlos Fernando Borja le llaman, merecidamente, el capitán de todos los tiempos. Vladimir Soria fue un verdadero motor en el medio sector y después también otro gran líder con el cintillo. La trayectoria de ambos en Bolívar los hace símbolos para siempre por todo lo que, desde la cancha y fuera de ella, le dieron al club.
Borja jugó más de dos décadas defendiendo la camiseta celeste. Ganó 11 títulos de los grandes en el país. Nada más y nada menos.
“Bolívar ha sido mi casa y después no ha dejado de serlo. He escrito hechos por Bolívar, me he roto 21 años por Bolívar y eso lo reconoce la gente”.
Tuvo ocasiones para irse a jugar al exterior. Nunca fue posible porque nunca lo dejaron. Era imprescindible en las alineaciones.
“Toda mi vida futbolística, toda mi juventud la pasé en Bolívar. Seguí en el club, primero porque estaba cómodo, además de que siempre me sentí bien en La Paz, y luego porque don Mario Mercado me declaró intransferible pese a las ofertas que hubo”, recuerda.
Y es un agradecido: “Siempre la gente me ha mostrado su cariño y eso es invalorable”.
Borja y Soria fueron mundialistas con Bolivia en Estados Unidos 94. Pichicho jugó las eliminatorias, Vladi no, pero fue al Mundial.
Vladimir Soria vino a Bolívar desde Wilstermann. “El año que llegué estaban Borja y (Fernando) Salinas y muchos más. Jugaba de ocho, pero el profesor (Moisés) Barack me puso de volante de contención y desde entonces nunca más me sacó. Jugué casi hasta los 38 años de edad”.
No solo fue jugador celeste, también un DT exitoso al frente de la Academia, subcampeón de la Copa Sudamericana en 2004. Hoy por hoy continúa en el cuerpo técnico.
“Una sola vez firmé contrato con Bolívar como jugador. Puedes firmar por diez años, pero si no dan los resultados te puedes ir al mes. Para mí, lo importante es la palabra y si te tienes que ir por algún motivo, te vas”.
Es el jugador de Bolívar con más clásicos disputados. Se retiró luego de 84 partidos de ese tipo. También fue DT en esos juegos contra The Strongest.
“He tenido muchas coincidencias con los clásicos. La última fue que dejé el fútbol jugando un clásico”.
Le decían “motorcito Soria”. Lo era. “Alguna vez jugaba mal, pero con esfuerzo, con lucha, podía suplir otras cosas. Uno pone esfuerzo y se olvida que está jugando mal”.
Como Borja, tuvo varias oportunidades para irse al exterior. “Nunca me quisieron vender”.
Son Borja y Soria, los grandes capitanes. Los símbolos de este Centenario y más allá.