El esfuerzo de Henry Vaca y Marcelo Martins por intentar ayudar a la selección boliviana frente a Uruguay fue encomiable. Volvieron a jugar —en lo que fue su debut en la Copa América— menos de 15 días después de haber enfermado de COVID-19. Pero los días de aislamiento, sin trabajar dentro la normalidad, les pasaron factura.
El técnico César Farías decidió preservarlos, igual que al zaguero Luis Haquin, y llevarlos al banco de suplentes. Solo en la segunda parte mandó a la cancha a dos de ellos.
Vaca fue el primero en ingresar en acción: corrió, gambeteó, forcejeó, fue a marcar, hasta recibió tarjeta amarilla por su ímpetu. Pero pronto quedó agotado.
Martins entró unos 16 minutos después y se lo notó apagado. Entre la marca que le pusieron y sus dificultades para rendir físicamente, casi no se acercó al área contraria. Comprensiblemente no fue el mismo de otras ocasiones.
Bolivia se despedirá de la Copa el lunes frente a Argentina. Tal vez Martins y compañía ya puedan ser titulares en ese cotejo.