Poco, casi nada que destacar del juego de Bolívar en su despedida de la fase de grupos de la Copa Libertadores de América. Guaraní le borró las ideas y lo hizo un adversario previsible.
La Academia entonces abusó de los centros buscando la cabeza de Marcos Riquelme. El delantero intentó por esa vía toda la noche hasta que le salió el gol del transitorio empate.
Previamente, mediante otro cabezazo, mandó la pelota al travesaño en el primer tiempo; mientras que en el segundo, halló bien parado al golero visitante.
Lo del goleador celeste fue una lucha de uno contra el mundo en el área. En casi toda la Copa fue así. Por ello terminó como el goleador celeste con tres anotaciones.
Bolívar dominó todo el juego, pero le faltaron ideas para la creación. Algunas individualidades disimularon sus falencias ofensivas, por ejemplo el esfuerzo de Arce por ser un “armador”.
En el segundo tiempo, cuando ingresó Álvaro Rey (¿por qué no entró desde el vamos?) hubo más orden en el medio sector. Él mismo se animó a disparar buscando el gol. Se notó, asimismo, que el volumen ofensivo mejoró. Sin embargo, la creación de otras jugadas que no fueran los centros estuvo ausente, salvo excepciones.
Con dos centros y dos cabezazos, uno de Domínguez y otro de Riquelme, Bolívar logró dar vuelta el marcador y pasar a ganar en loa recta final.
Pero las falencias defensivas en la cobertura hicieron que en dos minutos Guaraní lo supere otra vez. Primero Maná sacó un remate que se desvió en Domínguez y desubicó al arquero Rojas, luego llegó el cabezazo de Florentín sin marca en un tiro de esquina.
Bolívar comenzará su participación en la Sudamericana como visitante y definirá la serie en su casa del Hernando Siles.
Foto: Conmebol