Van casi tres meses desde que Julio César Baldivieso asumió como gerente de selecciones de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF). ¿De qué se ha ocupado en todo ese tiempo el exfutbolista y entrenador?
Hay que ir por partes. Como gerente su función debería ser dirigir un área específica, en este caso vinculada a las selecciones, a todas sin excepción. Tendría que ser una figura clave en determinada organización, encargarse de coordinar un sinfín de temas y en base a ello ir ayudando a cumplir objetivos. Tal vez tres meses resulta muy poco tiempo para hacer una evaluación en ese sentido.
Sin embargo, Baldivieso ha dado algunas señales y no precisamente relacionadas con la función de gerente que le ha entregado la FBF.
Poco o nada se sabe de su labor al interior de la FBF, cuál es su tarea operativa diaria, qué estrategias está manejando según un plan de trabajo si acaso llegó a presentarlo, cuáles son las políticas que está implementando y a qué procesos está apuntando.
La Sub-23 de Bolivia asiste por estos días al campeonato Preolímpico. Se da lamentablemente el lujo de no contar con varios de sus mejores jugadores: dos que actúan en Brasil (Terceros y Monteiro), uno en España (Cuéllar), otro en Estados Unidos (Berdecio). El motivo para ello es que los clubes, al no estar normada una obligatoriedad, no los han querido ceder. Qué papel tuvo Baldivieso para intentar cambiar esa posición, cuántas puertas fue a tocar en su función de gerente de selecciones, en qué medida hizo gestiones, cuál fue el diálogo que tuvo con los dirigentes, con los técnicos, con los propios muchachos afectados. ¿Hizo algo al respecto? Tendría que haberlo hecho sin importar que el resultado a la larga sea el mismo.
Lo que ha quedado claro, en cambio, es su ánimo adverso contra determinados puntos y su objetivo preferido ha sido Pablo Escobar, el seleccionador de menores, una persona sobre quien únicamente ha expresado su sentimiento de rechazo argumentando la falta de resultados deportivos como si de ellos dependiera la formación, y sin hacer una evaluación cualitativa de su trabajo que seguramente resulta más importante que el resultadismo del que habla.
La antipatía de Baldivieso, añeja desde sus tiempos de futbolista, tiene otros matices actuales. Créase que no es casual la salida de Marcelo Martins de la selección nacional; quizás el goleador ya lo estaba pensando, pero con la llegada de la persona con quien tuvo marcadas diferencias en la propia Verde en el pasado, apresuró todo.
Zago tampoco debe sentirse tranquilo con la incómoda sombra de Baldivieso. No es fácil trabajar cuando a uno le están diciendo que se niega a hacerlo. Es molesto sentir regaños que casi son el pan de cada día, cuando en el fútbol boliviano lo que se necesita es trabajar con aliento, buscar mejores condiciones porque no las hay, incentivar en vez de impulsar una cultura de la reprobación por todo y por nada.
El perfil de Baldivieso cuadra más bien en un ambiente de creciente malestar que provoca cierto grado de falta de motivación como mínimo.
Lo que el ex notable futbolista ha mostrado hasta el momento es una cancha rayada en base a comportamientos, actitudes y prácticas que por ahora están generando un muy poco saludable entorno, y es algo que la FBF tiene que revisar: si es un verdadero gerente de selecciones nacionales o simplemente un jefe más creyente de las excesivas prerrogativas.