Always Ready acaba de dar un giro de 360 grados, o sea ha vuelto al mismo lugar. Pablo Godoy era el técnico de la pretemporada y vuelve a serlo un mes después, ya en plena competición.
Sin embargo, no es tan simple como eso. En esa vuelta completa pasaron cosas. Fundamentalmente una: el club trajo a un nuevo DT y lo hizo basado en no se sabe qué plan. De hecho, la descabellada idea para algunos parecía apuntar al propósito de alguien, de darse un gustito aparte. Engrosar las filas con un nombre famoso no estaba nada mal.
La realidad dice, justo un mes después de la llegada de Sebastián Abreu (el 30 de enero), que el juguete nuevo duró poco, más o menos como el costoso y bonito trencito recibido como obsequio en Navidad que al comienzo va sobre rieles, hasta que pasadas unas cuantas estaciones termina descarrilado y, peor aún, estropeado, como para que el niño piense que ya es inservible, así que lo desecha.
Lo que costó traer a Abreu, a su cuerpo técnico, pagarles los pasajes ida y vuelta, la vivienda-hotel, el mes de trabajo y lo que se haya acordado para que se dé la rescisión de contrato “por mutuo acuerdo” —como acaba de anunciarlo la banda roja— va a ser un secreto bien guardado entre el presidente del club Andrés Costa, sus allegados y el DT y compañía. De lo que no cabe duda es que se trata de un dinero tirado al fósforo, a no ser que exista una justificación que demuestre absolutamente lo contrario.
Godoy —hombre de la casa— está de regreso para intentar recomponer las cosas y para devolverle la felicidad y la sonrisa a ese niño que estará de nuevo contento por haber recuperado su peluche viejo, al que decidió tirar y olvidar por un tiempo.
Hay algo que hay que tomar muy en cuenta: generalmente un giro de 360 grados se da cuando uno toma muy en cuenta los errores que ha cometido y quiere recomponer lo que hizo mal. La cuestión es saber si este es el caso o solo un paréntesis hasta que renazcan las ganas de volver a tener para la colección un juguete nuevo.