The Strongest tuvo su gran fiesta en Miraflores, se la merecía por lo bien que jugó en el segundo tiempo, lo que le valió pasar por encima de Bolívar —no es exageración— y ganar merecidamente, además con claridad (3-1), el clásico paceño y nacional 220, con el agregado no menor de que le permite conservar la punta en solitario del torneo de la División Profesional, cumplida la undécima jornada.
Partidos así se extrañaban. Con público lleno de euforia. El griterío de las barras. La explosión de los bolivaristas en la norte porque su equipo había abierto la cuenta cerca del final del primer tiempo. Luego, el triple ruidoso festejo de los stronguistas hasta el infinito, al quedarse —de nuevo— con el gusto aparte de haber vencido al rival de toda la vida.
El Tigre ya tiene 25 puntos. Bolívar se ha quedado con 18. Entre medio se han metido Palmaflor (21) e Independiente (20), aunque esta tabla es solo una referencia porque todavía falta mucho.
De casi ganar, a perder
En el primer minuto de juego The Strongest ya había puesto su marca ofensiva, solo que, tras el buen desborde de Ramiro Vaca, su compañero Jaime Arrascaita, en la puerta del arco, no pudo embocar.
Como tampoco Jair Reinoso a los 5. El Tigre, mejor posicionado en la cancha, dominaba y llegaba con cierta asiduidad al frente.
Eso duró más o menos un cuarto de hora, porque luego Bolívar empezó a respirar con la pelota en su poder y a buscar de a poco hacer daño. Pudo ser un golazo el tiro libre de Álex Granell, pero la caprichosa pelota fue a dar al travesaño.
El celeste logró frenar el ímpetu stronguista y así fue por un buen rato. Bordeando los 30 ya no pasaba mucho.
Sí luego, cuando The Strongest volvió a ser el del comienzo, a poner pelotas abiertas y a llegar más seguido al área, aunque sin gol.
Por eso fue un poco sorpresivo que fuera Bolívar el primero en convertir, a los 39, en una jugada que empezó con un mal pase de Ramiro Vaca y a la que le sacó tajada Roberto Carlos Fernández, quien tuvo la comodidad de ir y lanzar un centro para la buena definición de Leo Ramos: amague con la derecha y zurdazo cruzado, lejos de Daniel Vaca (0-1).
El Tigre y el ratón
La Academia volvió a la cancha con los mismos 11, pero pronto perdió por lesión a Ramos, entonces se apagó su ofensiva.
Pero no es excusa, porque desde el arranque luego del descanso, The Strongest fue no poco sino muy superior, en todo sentido.
Lo empezó a demostrar cuando pasados los 60, tras un centro de Jair Reinoso, Barbosa quiso convertir de media tijera y no le pudo pegar bien a la pelota. Pero más allá de ese fallo, la cuestión era que el volumen ofensivo atigrado era notorio.
El empate cayó —de maduro— un par de minutos después (63). Uno de los Sagredo lanzó desde la derecha y Rolando Blackburn —quien entró al comenzar la segunda mitad— bajó la pelota con la cabeza para que Barbosa le pegara y la mandara adentro, con cierta complicidad de Rubén Cordano, de floja reacción.
Como estaban las cosas, con una Academia sin argumentos y un Tigre encendido, el resultado no se iba a quedar en un empate.
Cordano se repuso en un par de ocasiones al tapar dos veces los tiros de Reinoso, aunque a los 81 ya no pudo con el impecable cabezazo de Blackburn, que la puso abajo, a la derecha.
El intento de reacción celeste no tuvo fuerza. Los cambios fueron un peso encima. Para colmo de males, un error defensivo de Diago Giménez —al que Zago mandó para cuidar el empate— dejó a Barbosa solo, y el brasileño no perdonó con un disparo al ángulo para el definitivo 3 a 1.
Las dos caras
La cara desencajada del nuevo DT brasileño contrastaba con los gritos que dio cuando Ramos abrió la cuenta.
Los celestes se fueron yendo de la cancha uno a uno, cabizbajos, en una crisis por ahora interminable: dos empates seguidos ante los cruceños Real y Oriente, y la derrota en el clásico.
En la sur la fiesta no paraba. “Tigre, Tigre, Tigre…”. Barbosa y compañía fueron hasta ese sector a seguir celebrando.
Más allá del resultado, el clásico volvió a tener vida.