A sus 19 años, Miguel Villarroel definió de manera perfecta una jugada: sin pensarlo dos veces le pegó a la pelota, que le había quedado justa luego de un rebote, lo hizo con la fuerza exacta para mandarla por encima del arquero Uraezaña y anidarla en el fondo del arco.
Fue a los 37 minutos —un “globito”, como se le llama— y Bolívar pasó a ganar por 2 a 0 sobre Blooming. El resultado final fue de 6 a 0.
Fue la segunda vez que Villarroel emergió como titular en lugar del brasileño Bruno Savio y lo hizo bien. Desde un comienzo estuvo muy activo y dispuso de más de una chance. Alguna la falló casi de manera increíble, pero luego se sacó el clavo.
Su vocación ofensiva ayudó al equipo a buscar permanentemente el gol.
Ese aporte comenzó con la asistencia para el primer tanto: lanzó un centro que “peinó” Alberto Guitián, la bajó Bruno Miranda y la mandó adentro.
En los 55 minutos que estuvo en el terreno de juego, se movió mucho de mitad de cancha para adelante y preocupó constantemente a los defensores de Blooming.
Fue sustituido por Carlos Tonino Melgar y se retiró de la cancha mientras desde la tribuna bajaban los aplausos de los aficionados.
Ya había jugado desde el minuto inicial frente a Always Ready (3-0), aunque solo un tiempo porque fue reemplazado por Bruno Savio.
También jugó dos partidos de Copa Libertadores de América entrando desde el banco de suplentes. El primero fue en el triunfo sobre el venezolano Deportivo Lara (4-0) al ingresar a los 80 minutos por Francisco da Costa.
El otro fue en la derrota de 2-0 con el ecuatoriano Universidad Católica en Quito, donde entró a los 73 minutos en lugar de Leonel Justiniano.