Bolivia como equipo fue la figura en la goleada a Paraguay por 4 a 0, gracias a un rendimiento parejo de los jugadores en todas sus líneas y la gran actitud puesta por éstos.
Al comienzo hubo algo de nerviosismo que se fue controlando al pasar los minutos. Los futbolistas se asentaron y ganaron en confianza.
Carlos Lampe respondió cuando fue requerido con varias atajadas, como ante el cabezazo de Richard Sánchez a los 89’, casi a quemarropa, y mandó la pelota al tiro de esquina.
En la última línea, la inédita zaga comandada por Marc Enoumba estuvo sólida, sin que desentonaran Jairo Quinteros y José Sagredo. El camerunés-boliviano fue todo un ejemplo de no complicarse.
Dentro del “dibujo” de César Farías, por las bandas tanto Rodrigo Ramallo como Roberto Carlos Fernández se prodigaron, subiendo mucho y bajando a apoyar en defensa. Además, los dos llegaron tan bien al área contraria que anotaron a un gol, un golazo el primero del futbolista de Always Ready.
Ramiro Vaca y Leonel Justiniano cumplieron en la primera parte sin sobresalir. Fueron reemplazados para la segunda mitad.
Juan Carlos Arce aportó con su experiencia. Bien el “Conejo” para iniciar jugadas clave. Para el segundo gol fue rápida su salida.
Los hombres de ataque, tanto Marcelo Martins como Carmelo Algarañaz, no hicieron ningún gol, pero cómo complicaron a la última línea paraguaya. Al goleador boliviano le sigue siendo esquivo el gol 200 de su carrera como profesional.
Los cambios que hizo Farías resultaron. La entrada de Moisés Villlarroel y Víctor Ábrego fue para dar más rapidez a la salida y de paso ambos fueron hombres gol.
Fernando Saucedo estuvo sólido en el medio, mientras que Diego Bejarano y Franz Gonzales, con poco tiempo en la cancha, fueron magníficos en un par de pases-gol.
El “jugador número 12”, el público, también puso su cuota aparte. Todo Bolivia estuvo bien.