Moría la tarde, el sol se escondía y justo en ese momento del ocaso el féretro de Diego Armando Maradona era depositado en su tumba del cementerio privado Jardín de Bella Vista, al lado de doña Tota y don Diego, sus padres. El ‘10’ ya descansa para siempre.
No más de 30 personas de su círculo más íntimo participaron en el último adiós al ídolo del fútbol mundial.
Dos horas antes había culminado un multitudinario desfile en Casa Rosada, donde el cuerpo del exfutbolista, fallecido el día anterior a los 60 años debido a un paro cardiorrespiratorio, había sido velado con inmensas muestras de dolor y cariño de parte de miles de personas que fueron a despedirlo.
En el lugar, la policía tuvo que frenar un caos cuando la gente empezó a desbordarse porque se había acabado la hora para visitar a Maradona muerto y las puertas habían sido cerradas.
Los incidentes más serios incluyeron gases lacrimógenos en la entrada de la Casa Rosada y balas de goma en los alrededores de la Plaza de Mayo para contener y dispersar a la gente que se llevó todo por delante.
Por precaución, la familia del astro tuvo que ser evacuada mientras afuera se daban fuertes disturbios.
Cuando la situación fue controlada “comenzó el recorrido del cortejo fúnebre, mientras los fanáticos corrían a la par del coche, gritaban y lloraban”, relató el diario Clarín.
“Aplaudían a su paso por la autopista 25 de Mayo, otros estacionaban sus autos solo para bajarse y verlo pasar, acompañado de una enorme cantidad de policías que lo escoltaban”, agregó.
Hubo llanto, aplausos, gritos como si el escenario fuera un estadio de fútbol y todo tipo de muestras de idolatría para Maradona, quien vivo deslumbró al mundo con su fútbol y le dio a Argentina el título de campeón mundial en México 1986.
Fotos: La Nación y Presidencia de Argentina.