Los deportistas paralímpicos necesitan hacer el doble de esfuerzo; en Bolivia, encima no cuentan con apoyo gubernamental y apenas obtienen materiales de donación. Así afrontan su “carrera de obstáculos”, sin desmayar por hacer deporte a pesar de sus capacidades diferentes.
Hoy su sueño es clasificarse y representar al país en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021 (del 24 de agosto al 5 de septiembre), evento al que nunca asistió Bolivia. Se trata de la habitual cita que se desarrolla inmediatamente después a los Juegos Olímpicos.
“Si un atleta convencional tiene que trabajar dos horas diarias, un deportista de alto rendimiento con discapacidad debe practicar cuatro. Todo el esfuerzo es doble. Como existe el apoyo de la familia a los deportistas convencionales, lo mismo pasa con nuestros atletas, el padre de familia es el que subvenciona la preparación y la realización de torneos nacionales”, explica Rubén Pomacahua, presidente del Comité Paralímpico Boliviano (COPABOL).
Si bien los deportistas con capacidades diferentes practican desde hace años en el país, recién el 13 de marzo de 2014 fue fundado el COPABOL, entidad que los representa y que el 19 de octubre de 2019 recibió su personería jurídica.
Tres en uno
Son tres las federaciones afiliadas a la entidad paralímpica: la Federación Boliviana de Deporte Integrado Sobre Silla de Ruedas (Febodein), la Federación Boliviana de Deportes para Ciegos (Febodec) y la Federación Deportiva Boliviana Integrado de Sordos (Fedeboiso).
En estos seis años de vida los deportistas, que se dividen en cuatro áreas (discapacidad visual, física, parálisis cerebral e intelectual) no recibieron ningún tipo de apoyo, pero con la ayuda de sus familiares lograron salir adelante en diferentes disciplinas.
“Con el anterior ministro Tito Montaño y el ex viceministro Milton Navarro no tuvimos ninguna colaboración. Antes, con Miguel Rimba (ex autoridad) y gracias a la anterior Ley del Deporte, la 2770, sí existía apoyo porque cuando había torneos internacionales de nuestros deportistas se podía asistir por la ayuda que nos brindaba”, recalca.
Material deportivo
La práctica competitiva de las diferentes disciplinas implica una gran inversión económica porque los materiales que se usan son especiales.
En Bolivia son pocos los que están avalados por el Comité Paralímpico Internacional (IPC por sus siglas en inglés) y los mismos son gracias a donaciones de algunos programas de apoyo.
“Por parte del Estado no hemos recibido absolutamente nada, a excepción del programa para deporte y cultura que manejó el año pasado el Ministerio de Planificación del Desarrollo. Ellos regalaron sillas de ruedas profesionales a la Febodein. En el resto de las discapacidades no hubo aporte y aunque parezca mentira para adquirir las donaciones que nos llegan del exterior tenemos que pagar a las aduanas sin subvención”, revela el dirigente.
Los que participan en silla de ruedas son los que más gastos realizan por las características que tienen sus “vehículos”. Las sillas convencionales “están diseñadas para el soporte de las personas y su movilidad” y por ello los materiales que se usan son “de alta resistencia”, mientras que para la práctica deportiva “están hechas de otro material, son más livianas, flexibles que permiten que el deportista, con el solo movimiento del cuerpo y no de la mano, pueda moverla”.
También están los balones medicinales para el deporte adaptado, las pelotas sonoras para el fútbol 5 para ciegos y las pelotas del goalball, que tienen un cascabel en su interior, todo hecho con un material especial. “Todos se hacen en el exterior, ninguno se fabrica en Bolivia”.
El sueño de ir a Tokio
El 31 de enero de este año COPABOL recibió su Registro Único Nacional (RUN) por parte del entonces Ministerio de Deportes, lo que le da acceso a recibir apoyo económico del Estado.
Ese fue un paso fundamental para seguir en su lucha en pos de llegar a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021, ya que también debe conseguir el reconocimiento del IPC.
“Nos postulamos para obtener la membresía del IPC, pero tuvimos algunas observaciones, una de ellas es que dentro de nuestro comité incluimos a las personas con discapacidad auditiva, pero el deporte de los sordos no es paralímpico, no está reconocido, entonces quedamos con el IPC que para el ámbito local los podemos tener en nuestros estatutos para colaborarles en su crecimiento, pero cuando se trate de eventos paralímpicos no deben estar ellos”.
Todo debe estar listo antes de diciembre, mes en el que se realizará una Asamblea General del IPC, de lo contrario “no podremos aspirar para ir a Tokio”.
La COVID-19 también afectó bastante al deporte paralímpico, incluso mucho más debido a que sus practicantes están dentro del grupo de riesgo de contagio por sus discapacidades, así que “no hay una fecha para volver a los entrenamientos”.
Más de 1.000 en el país
El deporte paralímpico crece a grandes pasos en Bolivia, pues entre las tres federaciones que están afiliadas al Comité Paralímpico Boliviano (COPABOL) hay más de 1.000 deportistas que compiten en 11 disciplinas.
“Actualmente tenemos más de 1.000 atletas en todo el país y ellos practican 11 deportes entre las 23 disciplinas paralímpicas que existen”, señala Rubén Pomacahua, titular del COPABOL.
Los 11 son: atletismo, natación, judo, tenis de mesa, tenis, bádminton, básquetbol sobre silla de ruedas, voleibol sobre el suelo, fútbol 5, goalball y handball (balonmano).
Dentro de esas disciplinas hay dos deportistas que destacan: el atleta cochabambino Ramiro Huanco y el nadador cruceño Denys Velarde.
Si todo sale bien y la COPABOL logra obtener la membresía del Comité Paralímpico Internacional, ambos son los principales aspirantes para obtener las dos plazas de invitación para los Juegos de Tokio.
“Estamos en pleno crecimiento y todo es gracias al apoyo de los familiares, entrenadores, jueces y otras personas que luchan para que sigamos adelante. Todos nosotros trabajamos ad honorem, por amor a la camiseta”.