De entrada, cuando Bolívar anunció la alineación al menos una hora antes de iniciarse el partido, llamó la atención que Alex Granell, titular en todos los encuentros coperos anteriores, esta vez, frente al Ceará brasileño, partía desde el banco de suplentes.
No se dio una versión oficial del por qué de la decisión del técnico Natxo González. El hombre del buen pie y el pase preciso no estaba entre los 11 iniciales.
Avanzado el juego luego de unos 10 minutos en los que la Academia lo supo manejar, cuando el Ceará le quitó la pelota y le empezó a atacar emergió la figura de Rubén Cordano, a la larga el principal responsable para que la caída no hubiera sido más dolorosa.
Sus dos mejores acciones fueron en la primera parte, una sacó la pelota que iba directo a la red luego de un tiro libre; la otra, sus reflejos evitaron sobre la línea que la pelota se metiera. En otras tres situaciones, una al comenzar la segunda parte, volvió a mostrar solidez.
En los goles no tuvo nada que ver, en el primero la pelota se desvió en Diego Bejarano, lo suficiente como para descolocarlo; y en el segundo, el penal fue bien ejecutado.
Erwin Saavedra intentó darle a la Academia la solvencia ofensiva que le faltaba. Lo que no pudo el capitán de la Academia fue encontrar al socio ideal.
Adelante no fue nada gravitante Leonardo Ramos, cuya reaparición luego de cuatro partidos de suspensión, fue más ruido que nueces.
Granell saltó a la cancha a los 70 minutos, en lugar de Leonel Justiniano. Fue, para colmo, el autor de la falta penal que le dio al Ceará el segundo tanto, el definitivo.