Bolívar se desgastó atacando hasta que las ideas ya no fluyeron y cedió dos puntos, que de puro milagro no fueron los tres, al solo empatar sin goles (0-0) ante el modesto Ceará brasileño, este miércoles en el Hernando Siles de La Paz por la tercera jornada de la fase de grupos.
Era el partido que la Academia tenía que ganar para saltar en solitario a la punta y acrecentar su chance de ganar el grupo para avanzar a octavos; sin embargo, no solo que no pudo, sino que casi lo pierde, porque por más que dominó y buscó el arco de enfrente no llegó al gol; en cambio, fue el Ceará el que tuvo las opciones más claras.
Los dos se mantienen en la punta del Grupo C, ahora con 5 puntos, pero el negocio fue para el equipo brasileño por su condición de visitante, aunque sus jugadores no se fueron muy contentos a sabiendas de que lo podían haber ganado, incluyendo un penal desperdiciado.
Dominio improductivo
Difícil saber qué pasó por la cabeza del técnico celeste Natxo González en la previa. Sorprendió con su alineación. No puso a Leonel Justiniano, un bastión en el medio, y prefirió al chico Gabriel Villamil. Optó por César Menacho y no por la experiencia de Álvaro Rey ya recuperado. Mandó a un Bruno Miranda esta vez apagado e insistió con Armando Sadiku, a quien las cosas singuen sin salirle bien. Nada de eso resultó.
El dominio de Bolívar fue claro. Casi todo el primer tiempo se jugó en el campo del Ceará. La posesión del balón, de más del 60%, lo decía todo. El problema fue, una vez más, lo improductivo de ese juego celeste y el no poder definir con éxito el volumen ofensivo que esta vez no fue mucho.
Un disparo de Diego Bejarano al comienzo, el cabezazo de Armando Sadiku al palo y un disparo de Erwin Saavedra rechazado por el arquero con los puños, fueron las acciones más claras, con las que rondó el gol.
No fueron las únicas, pero las más resultaron inútiles ante un simple y ordenado sistema defensivo brasileño, que con un equipo alterno apostó por al menos no perder y se salió con la suya. En todo caso, no tenía pinta de ser una barrera infranqueable.
El penal que no fue
Hubiera sido injusto que el Ceará se pusiera arriba en el score con un penal que no fue.
El árbitro uruguayo Daniel Fedorczuk creyó ver una mano de Bejarano y, aunque no existió, cobró la pena máxima. Justicia para Bolívar fue el disparo a las nubes de Jael a los 60 minutos.
Antes —y después—, Bolívar siguió dominando. Saavedra hizo una jugada personal cuyo centro no encontró a nadie, mientras que Sadiku, persistiendo como toda la noche, disparó de media vuelta para toparse con la atajada de Ricardo.
La Academia no dejó de mirar el arco contrario, pero cada vez de más lejos y con menor precisión; ni siquiera los cambios que hizo el DT le renovaron y, en pleno bajón de su juego, los minutos se le fueron acabando.
Milagrosamente volvió a salvarse de caer, porque a los 90, cuando Cordano perdió la pelota lejos de su arco, el tiro de Alessandro fue al palo. Igual el sabor que quedó en la tienda celeste fue de derrota.