Por Gustavo Cortez / Periodista
A Boca Juniors le tocó otra vez jugar en Bolivia. Ahora en Copa Sudamericana. El miércoles 3 de abril visitará a Nacional en Potosí. Parece que hay una historia ya está escrita para los equipos argentinos cuando tienen que enfrentar a rivales bolivianos de ciudades altas.
La altura, sus quejas, el show mediático que hacen sus periodistas y el temor de sus futbolistas ya son parte del libreto. Parece una broma, pero sienten terror cuando les dicen que tienen que jugar a 3.600 o a 4.000 metros de altitud.
Ahora, casualidad o no, a esta preocupación de Boca se suma que no hay vuelos a Potosí, porque hubiese sido cómodo que el equipo llegue al aeropuerto, vaya a su hotel y en la noche juegue. No puede hacerlo porque la nueva terminal aérea está en construcción. Sobre llovido mojado.
Qué le queda. Llegará a Sucre el martes 2, dormirá allí y al día siguiente –el día del partido– irá por vía terrestre a Potosí donde el partido está fijado para las ocho de la noche. La delegación se dividirá en seis o siete grupos para abordar vagonetas que recorran los 155 kilómetros en dos horas y media y algo más.
Es decir, seguirán un periplo que hacen los turistas que visitan la histórica Villa Imperial. Pero Boca no viene a hacer turismo, así que ya nos imaginamos el rosario de quejas y protestas cuando vuelva a su país.
Si gana, será una linda experiencia y hasta por ahí el equipo se lleva un recuerdo del famoso Cerro Rico. Si pierde, no solo le habrá caído mal la altura, sino también el viaje por tierra, que seguro le será algo más que incómodo. Así que Boca va a sufrir con esta “aventura copera”.
Dos cosas más sobre este partido. Ojalá Nacional Potosí esté a la altura de esta Copa, así juegue con la reserva de Boca. Que el rival no solo sienta la altura (que de verdad afecta), sino un buen nivel de fútbol en especial.
Dos, Potosí debía tener ya a fines del siglo pasado un aeropuerto internacional. Esa ciudad es una joya, tiene un valor histórico inconmensurable. Cada año miles de visitantes llegan para disfrutar de sus museos y templos, pero antes de llegar a destino tienen que tomar distintas rutas.
Pero, bueno, se está construyendo un aeropuerto nuevo. Ojalá sea bueno y apropiado. Se lo merece Potosí, una ciudad que en los últimos años ha estado olvidada, descuidada y desatendida.