Lizandro “Chicho” Navarro Espinoza nació el 27 de noviembre de 1925, siete meses después de la fundación de Bolívar, el 12 de abril de ese año. Ambos tienen 96 años de vida.
Don “Chicho” los cumplió el viernes. Es conocido como el “hincha número uno” de la Academia y es uno de los pocos —si no el único— que puede decir que tiene la misma edad del club al que ama como a sí mismo.
Su cariño y pasión por Bolívar nacieron cuando apenas tenía siete años, entonces su padre lo llevó a ver un partido por primera vez.
Desde entonces se “enamoró” de los colores celeste y blanco y sus ídolos eran los jugadores que en ese entonces estaban en el primer plantel: Ángel Velasco, Armando Rengel, Conrado Angulo, Nicómedes Tapia, Arturo Plaza, José Bustamante, Gróver Zambrana, Alfredo Molina, Mario Alborta y Rodolfo Plaza, entre otros, quienes conquistaron el primer campeonato en la historia de la institución en 1932.
Con los jugadores
Al comenzar su juventud hubo algo que provocó un gran cambio, de pronto su cariño por Bolívar creció mucho más porque se le había presentado la oportunidad de conocer a dirigentes y futbolistas de la época.
“A los 15 años empezó a trabajar en la librería e imprenta de Armando Gamarra, en aquel momento presidente del club Bolívar. Gracias a ello conoció a los futbolistas y colaboró con la organización de los entrenamientos del equipo tres veces a la semana en el estadio Andrade —ahora Obrero—. Era una especie de wawa”, según cuenta una publicación del diario Página Siete.
No ha sido posible encontrarlo y hablar con él ahora. “Solía estar caminando por aquí, entraba a la farmacia. Se lo veía siempre bien”, cuenta una vendedora de Obrajes, cerca de la plaza en donde “Chicho” Navarro se sentaba a descansar.
Contó una vez: “Al principio era un metete. Con el tiempo empecé a ir a los partidos, me hice amigo de los jugadores y pasaba más tiempo con el equipo, hasta que me hice socio a los 16 o 17 años’».
Sus compañeros de colegio se sorprendían al verlo con los futbolistas y le preguntaran sobre cómo había logrado estar con ellos. “Todos son mis amigos”, les respondía.
«El Bolívar es mi vida, por el equipo sigo viviendo. Este club es mi vida. ¡Viva el Bolívar. Campeones cuando nos da la gana».
Con ‘Chupa’ Riveros
Fue un gran amigo de Raúl “Chupa” Riveros, el hincha número uno de The Strongest, quien falleció en 2006.
Pese a que apoyaban a los grandes rivales del país su amistad creció e incluso iban juntos al estadio a presenciar el clásico paceño, uniformados con los colores de sus respectivos equipos.
“Con el ‘Chupa’ marcamos historia en la curva sur del viejo estadio (Hernando) Siles. En los 60, 70, éramos los únicos uniformados de stronguista y de bolivarista y teníamos algunas cervecitas de contrabando. Cuando metía gol Bolívar, él me felicitaba y abrazaba: ‘felicidades, salud!’, y cuando era al revés yo hacía lo mismo”, le declaró a Marcas de La Razón en otra ocasión.
“Hacíamos que la gente vibre y apoye a su equipo, pero al final del partido, con el ‘Chupa’ nos íbamos tundiquis (chispeados) juntos del brazo, caminando por la Camacho y la gente nos observaba con curiosidad y después con familiaridad y aprecio. Hacía tanto frío que llegábamos a nuestras casas sanos”.
Caídas y éxitos
“Chicho” Navarro vivió todas las facetas del Bolívar, desde los logros más importantes hasta las noticias más tristes.
Su última visita hasta ahora al estadio Libertador Simón Bolívar de Tembladerani fue en 2018, cuando llegó de manera sorpresiva para ver a los jugadores del primer plantel.
“El hincha número uno de la Academia volvió a Tembladerani después de más de tres décadas y su corazón se llenó de muchos recuerdos de varias jornadas inolvidables que tuvo en ese escenario. ‘Allá, cerca de la tribuna de cemento, nos revolcamos con el Chupa Riveros cuando se inauguró la cancha. Ese día fue inolvidable para Bolívar’”, les contó a los periodistas.
Cuando llegó al escenario deportivo lo primero que hizo fue gritar “Bolivaristas, ¡viva el potente Bolívar!”.
Hace muchos años dejó de asistir al estadio, pero no de seguir al club de sus amores “a través de la televisión y la radio”. Por eso los conoce a los jugadores de la época.
“‘¿Dónde está el Conejo Arce?’” preguntó Navarro. El delantero levantó los brazos y don Chicho le dijo: ‘Te admiro Conejo, eres un gran jugador’”. Luego preguntó por William Ferreira: ‘William, te admiro, eres un crack, cuando te pones la celeste parece que estuvieras en tu selección y en el Centenario’”.
Arce le obsequió su camiseta. El recuerdo más reciente que atesora en su departamento de la zona sur de la ciudad.
“El Bolívar es mi vida, por el equipo sigo viviendo. Este club es mi vida. ¡Viva el Bolívar. Campeones cuando nos da la gana”, es su frase eterna.
Por Bolivia
Lizandro “Chicho” Navarro fue uno de los creadores de la barra para la selección nacional y del famoso grito de apoyo: Bo-bo-bo, li-li-li, via-via-via.
«En 1957 o 1958 llegó la selección de Chile a jugar contra Bolivia. Fue en uno de esos momentos en que junto con José Paz Antezana, David Fernández y los otros nos pusimos a idear una frase de apoyo al equipo. En ese partido surgió el Bo-bo-bo, li-li-li, via-via-via. Viva Bolivia, toda la vida, con su Litoral».
Ese fue el principio del famoso grito que hoy en día se usa para alentar a la Verde en los partidos de eliminatorias mundialistas o amistosos que se disputan en La Paz y el país.
Pero no fue hasta el Sudamericano de 1963, cuando Bolivia actuó como anfitrión y a la postre conquistó el único título que tiene en sus vitrinas en la selección absoluta, que la arenga se hizo conocer.
“Durante el partido contra Ecuador, con la ayuda de la Agencia de Viajes Copacabana y sin pedir permiso a ‘absolutamente nadie’, hicieron imprimir 400.000 volantes con la frase que habían creado dividiéndolos en colores. Repartieron 100.000 de color rojo en la curva norte, el mismo número en amarillo para general, el verde para la curva sur y el blanco para preferencia”.
“El esfuerzo valió la pena, pues la multitud congregada respondió y emocionada como nunca alzó la voz gritando «¡Bo-bo-bo!..”. A partir de entonces se convirtió en el grito de guerra de una Selección que ganó el campeonato. ‘Era una emoción indescriptible, como para llorar’”. Don Chicho cumplió 96 años, como su Bolívar, y lo sigue llevando en el corazón, para siempre.
«Hacíamos que la gente vibre y apoye a su equipo, pero al final del partido, con el ‘Chupa’ Riveros nos íbamos tundiquis juntos del brazo».