- Como futbolista fue campeón sudamericano con la selección nacional de 1963. En su condición de DT obtuvo dos títulos con Bolívar. Dejó un legado enseñando a varias figuras del fútbol boliviano.
Ramiro Siles / La Paz
A dos días de cumplir 86 años, este martes murió Abdul Aramayo. Fue un puntero derecho notable de Bolívar y Chaco Petrolero, además campeón sudamericano con la selección boliviana de 1963. Sin embargo, su mayor legado en el fútbol fue esa reconocida dedicación para formar futbolistas nacionales. En esa labor, gran parte de su vida la dio a la Academia.
Fue el encargado por muchísimos años de las divisiones inferiores celestes. Su segunda casa fue el estadio de Tembladerani, donde rodeado de niños y jóvenes les enseñaba los secretos del futbolista.
Les decía “mis changos”. Los consideraba como de la familia y ellos le retribuían. Varios notables le deben la carrera que lograron hacer dentro de la cancha.
Los dirigentes acudían presurosos a él cuando se generaba una crisis en la dirección técnica del principal plantel. Era el “salvador”. De esa manera, como DT de Bolívar fue dos veces campeón de la Liga: en 1983 y 2005.
Nació en Tarija, el 4 de septiembre de 1934. Jugó en los años sesenta. Era un hábil y veloz puntero derecho.
Su amigo Mario Mercado, el entonces presidente de la Academia, lo convenció para que se hiciera cargo de las divisiones menores, lo que fue todo un acierto. Aramayo tenía paciencia y dedicación para enseñar y, sobre todo, un “ojo clínico” para descubrir talentos.
Con varios de los futbolistas que formó armó un equipo al que llevó hasta la máxima categoría, el Iberoamericana con el que dio de qué hablar. Casi todos eran formados para alimentar las alineaciones bolivaristas. Leonel Reyes y Augusto Andaveris son algunos de ellos. También pasaron por su instrucción Joaquín Botero, Daner Pachi y Luis Gatty Ribeiro. La lista es larga. Si bien no fueron formados por él, sus consejos llegaron incluso a Carlos Borja, Vladimir Soria y otros más. Era una “biblia” del fútbol.
Como eterno deportista también le gustaba la pelota a frontón. Hasta entrada su edad, en sus ratos libres jugaba emocionantes partidos contra sus compañeros campeones del 63 y con otros rivales más jóvenes, uno de sus preferidos era Borja.
En su retiro se recluyó en su domicilio en las inmediaciones del parque Riosinho de La Paz, sin antes digerir tragos amargos por el abandono al que lo sometió una parte de la dirigencia del club en sus últimos tiempos. En ese su rincón, este martes cerró los ojos para siempre.
«Don Mario confiaba en mí»
Abdul Aramayo Mendizábal llegó a Bolívar en 1965 y nunca más se fue, el club era su otro hogar y los jugadores que dirigía, su otra familia. “Estaré en Bolívar hasta la muerte”, fue una de sus frases.
“Mario Mercado confiaba en mí porque era honesto con él, nunca le he sacado un peso. Fui su amigo, me quería mucho”, contó Aramayo.
Su capacidad de “ojeador” sirvió para que la Academia se beneficiara del talento de muchos futbolistas. “Mis changos”, les llamaba.
También le tocó trabajar con consagrados del fútbol, con quienes coincidió en Tembladerani.
“Abdul era mejor que yo en la cancha”, reconoció Marco Antonio Etcheverry en 2013, cuando la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) rindió un homenaje a los integrantes de la selección campeona sudamericana de 1963, por los 50 años de esa conquista.
Siempre jovial, el profe también le ponía algo de picante a sus declaraciones.
“Al primer toque yo me daba cuenta quién era bueno. Por eso Don Mario decía: ‘Si Abdul lo recomendaba, había que contratarlo’; sino fíjense en la cantidad de jugadores que llevé a Primera”. “Nos falta jugadores de la talla de Etcheverry y (Erwin) Sánchez en la selección”, “De (Joaquín) Botero me decían que era un malcriado, pero era vivo para jugar, ¡cómo hacía las diagonales!”, “A (Luis Gatty) Ribeiro le decía gallito menor porque era cosa seria en el internado (de Bolívar en Tembladerani)”.
“Cuando llegó Baldivieso a Bolívar le dije ‘juegas bonito, tienes que ser alegre, elegante y distraerte en la cancha’, él hacía todas esas cosas porque era bueno, pero también muy travieso”.
Era frecuente hasta hace unos 10 años verlo en la tribuna de preferencia del estadio Hernando Siles cada vez que jugaba Bolívar, iba siempre acompañado de su nieta Stephany, quien contó con lágrimas que su abuelo había fallecido en sus brazos. Bolívar le suspendió hace seis años una renta vitalicia que le había asignado en 2010, a cambio de sus beneficios sociales.
Fotos: Archivo
02-09-2020