Marcelo Claure acaba de lanzar un par de mensajes en las redes sociales que parecen contradictorios, en uno celebra la clasificación de Bolívar a la Copa Libertadores de América y en otro cuestiona que el campeonato en el que obtuvo ese logro sea el “más manchado de la historia de Bolivia”.
Una de las respuestas que recibe es del usuario Néstor Zamora Vásquez (@NestorZamoraV), quien, en una palabra, lo define como dirigente tóxico: “En un tweet previo estas festejando clasificación a libertadores. Quien te entiende Marcelo? Eres tan inestable como tus inversiones en @WeWork @Bitcoin y @Bolivar_Oficial. Beckham y Masa hicieron lo correcto al alejarse de tu toxicidad”, es el escrito.
En los 15 años que, contabilizados por él mismo, Marcelo Claure está inmiscuido, ya sea primero al frente de BAISA SRL y después directamente como presidente de Bolívar, la pregunta de rigor es qué ha hecho el empresario a favor del fútbol boliviano en todo ese tiempo.
Desde su llegada traído por Guido Loayza para evitar la quiebra de la Academia, Claure se ha caracterizado —en ese ámbito— por sus críticas casi siempre ácidas y poco o nada constructivas hacia los gobernantes de turno. En política se diría que fue —y aún lo es— una especie de oposición destructiva.
En su primer año ya había entrado con una ‘patada voladora’ tachando de corruptos y algunas cosas más a los dirigentes de entonces, no dejó limpio ni a uno solo a no ser a los de su club. Unos 15 años después esos males que identificó aquella vez son los mismos de los que reniega ahora. La conclusión es simple: al ser, desde adentro, la “parte limpia” —como se considera— de ese mundo no hizo nada por cambiarlo. Nada salvo atacar una y otra vez. De esas sus primeras veces los stronguistas no se olvidan que intentó boicotearles un clásico llamando a los bolivaristas a no ir a un partido The Strongest vs. Bolívar para arruinar la recaudación del rival. Si uno se pone a pensar, a partir de ahí Claure ha conducido la rivalidad hasta cierto punto amistosa de antes a una enemistad muy marcada existente hoy entre bolivaristas y stronguistas, que exhiben —mayormente en las redes sociales— no solo una oposición deportiva que en el pasado llegaba hasta ahí, sino una aversión mezclada con odio que ojalá no siga creciendo.
Salvo alguna contada excepción Claure no estuvo nunca de acuerdo con los presidentes de turno de la Federación Boliviana de Fútbol si es que ellos no llegaban a ese sitial con su apoyo. Siempre tenía motivos para ir en su contra. Hay dos gestiones en particular que lo sufrieron más: la comandada por Carlos Chávez, quien acabó en prisión; y la de César Salinas. Si vivieran, Chávez y Salinas podrían testimoniar que Claure no los dejó nunca gobernar en paz.
El hoy presidente de Bolívar pudo haber tenido razón en algunas de sus críticas más allá de cómo las formulaba, hirientes por lo general. Lo que jamás tuvo fue capacidad para formular ideas en favor del fútbol boliviano y para plasmarlas asumiendo la responsabilidad para ello. Lo claro es que, con Loayza más de una vez como “su” candidato, jamás pudo acceder a la FBF por ser siempre minoría. La mayoría no compartía sus ideas y no lo quería. Hoy la situación no ha cambiado.
Si se revisaran las redes sociales y en particular las de Claure y sus mensajes, la certeza sería más cabal de qué tipo de oposición ha sido y aún lo es el dirigente-empresario, en qué dimensión utiliza la crítica destructiva que ha sido su característica y en qué medida ha sido propositivo.
Los recientes escándalos de supuesta corrupción han sido el entramado ideal que Claure ha utilizado en el último tiempo para desmarcarse del “lado oscuro” del fútbol boliviano, le han llevado a exigir “una reestructuración total” y una “limpieza” profunda, de lo contrario ha advertido que será el primero en irse y no invertir más. ¿Cuál es su aporte para lograr el cambio que reclama?
Marcelo Claure llegó a Bolívar para salvarlo de la quiebra por una deuda que rondaba los 5 millones de dólares. A partir de ahí ha invertido-gastado muchos millones más en el club, en la mayoría de los años con altísimos déficits apagados por los aportes emanados de su gruesa billetera personal. La Academia ha engrosado sus vitrinas con trofeos nacionales y una que otra sobresaliente participación internacional. En vez de su Gran Centro Mario Mercado ha sido construido un edificio en el que no más de dos pisos son utilizados por el club. En Ananta está erguido un Centro de Entrenamiento de primerísimo nivel. En Santa Cruz Bolívar ha puesto en marcha una Academia de formación de jóvenes futbolistas que indudablemente le van a beneficiar en un futuro. Y en 2025, si las cosas van a marcha apresurada, el club estrenará su nuevo estadio de Tembladerani.
Si Claure se va, ¿qué podría ocurrir con Bolívar? Algo está claro, el fútbol boliviano seguirá como cuando él llegó hace 15 años.