The Strongest lució ordenado en defensa y también se animó a proponer ataque, y en esa estructura hubo puntos altos de rendimiento en la cancha del estadio Monumental, a pesar de la caída ante River Plate (2-0), que supuso la eliminación del equipo boliviano de la Copa Libertadores de América este martes.
Fue apenas el segundo partido del portugués Ricardo Formosinho como DT atigrado con una mejora sustancial colectiva en lo futbolístico, distante a la pobre imagen que dejó días antes en Potosí, donde perdió ante Nacional (6-3).
Ese mejorado funcionamiento del grupo estuvo también apuntalado por rendimientos individuales interesantes.
Guillermo Viscarra lució seguro en el arco, tuvo al menos tres intervenciones en las que mostró seguridad, una de ellas mandó al tiro de esquina un remate de Miguel Borja que se metía por el palo derecho.
Los cuatro de la defensa se multiplicaron para rechazar los balones con Adrián Jusino y Gonzalo Castillo. Los laterales Saúl Torres y Carlos Roca se proyectaron poco, pues tuvieron más trabajo en la marca.
Castillo rechazó corto para el primer gol de River. Y un error de Roca en la cobertura concluyó en el segundo, cerca del final del partido.
La vuelta al equipo de Luciano Ursino le dio solidez al mediocampo. Fue grande su área de influencia, metió presión en tres cuartos de cancha y retrocedió varios metros para cooperar en defensa.
Tuvo un buen despliegue físico proyectándose al ataque, entregando balones para buscar el arco; por ejemplo, en la acción que habilitó a Enrique Triverio, quien definió cruzado, aunque el arquero Franco Armani tapó con una mano.
En el mediocampo, Álvaro Quiroga dejó atrás el opaco desempeño en la Villa Imperial e igualmente se mostró firme en la contención.
Jeyson Chura hizo un buen partido, en la primera parte dispuso de una buena chance con un remate de media distancia que exigió al arquero Franco Armani.
Eugenio Isnaldo tuvo un aporte defensivo tratando de impedir la salida de River y ofensivo buscando ir por la izquierda. Casi anota un gol con un remate alto que el golero mandó al servicio de esquina.
Michael Ortega fue el encargado de cuidar la pelota. Su misión fue enfriar el juego. Como también de buscar espacios hacia adelante.
En el ataque, Triverio fue un solitario luchador, nunca renunció inquietando a un bloque defensivo al que le generó algunos problemas.