Los franceses Théo Curin, Malia Metella y Matthieu Witvoet nadarán 110 kilómetros desde Copacabana (Bolivia) hasta las Islas Uros (Perú) durante 10 días, jalando una embarcación en la que descansarán y se alimentarán, dentro del proyecto “Desafío Titicaca”, que lleva un mensaje de concientización para respetar el medioambiente.
La travesía arrancará el miércoles 10 de noviembre y está previsto que el sábado 20 cumplan con el reto llegando a territorio peruano.
¿Quiénes son?
Curin (de 20 años) es un nadador paralímpico debido a que sufrió la amputación de sus cuatro extremidades a sus seis años, como consecuencia de una meningitis; aun así se destacó en el deporte.
En los Juegos Paralímpicos de Río 2016 fue el más joven de la delegación francesa. Además, es doble subcampeón mundial en 2017 y en 2019 ganó la medalla de bronce en el Mundial.
“Quería hacer un reto que jamás hice hasta ahora como participar en el ‘Desafío Titicaca’. Buscamos varios lugares para nadar y encontramos este lago sagrado, que tiene cosas muy duras como la altitud”, sostuvo Curin.
Metella (39), medallista de plata en los 50 metros libre de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, además de subcampeona del mundo en 100 y 200 metros libre entre 2003 y 2004, fue invitada por Curi.
“Cuando Théo me propuso participar de esta aventura con él, primero me reí… No nadé durante más de 10 años, ni siquiera por diversión, pero como tengo alma aventurera acepté el desafío. Es un reto en todos los sentidos: lo mental, el frío y la altitud”, indicó.
Witvoet (27) estudió comercio internacional y esa carrera la combina con su pasión de aventura, como ya lo hizo en 2017 cuando junto con su primo recorrieron en bicicleta 18.000 km a través de 17 países para descubrir soluciones locales a los residuos plásticos.
“Cuando Théo me propuso compartir esta aventura con dos nadadores excepcionales vi la oportunidad de trasmitir un mensaje importante sobre el respeto a la tierra que los locales llaman la Pachamama”, apuntó.
El reto
La travesía se hará con autonomía propia, lo que significa que irán solos.
Cada uno decidirá si utiliza o no un traje de neopreno (que evita que entre en contacto el cuerpo con el agua y que mantiene el calor corporal) y nadará jalando el bote usando un cinturón de remolque.
La idea es que vayan haciendo relevos o incluso que sean dos los que naden al mismo tiempo.
La balsa es de 2,30 metros de largo por 2 de ancho y pesa 500 kg. Estará equipada con una sola litera, pero dos estructuras inflables individuales que les permitirá dormir simultáneamente si fuera necesario.
“Esta plataforma les servirá tanto para dormir, comer, así como para almacenar el material necesario para el desafío (alimentos liofilizados botiquín médico, filtro de agua, ropa equipo de natación, bolsas de dormir)”, según un comunicado de prensa.
Mensaje ecológico
Más allá del reto deportivo que implicará cumplir con los 110 km de recorrido, los tres nadadores también apoyan el cuidado del medioambiente.
“Vimos que hay mucha contaminación en el lago y queremos mandar un mensaje ecológico”, señaló Curin.
Metella aseguró que “vamos a salir de nuestra zona de confort a nadar en un entorno natural durante varios días y por una buena causa”.
“Para nosotros tres y todo el equipo es un gran honor estar aquí. Este desafío es enorme en un lago sagrado. Para mí es muy importante tener estos valores dentro de este proyecto. Tenemos un planeta con recursos naturales limitados, además de que existe mucha basura a nivel mundial. Este problema también se ve en el Lago Titicaca y si no se hace nada entiendo que la vida de este lago, que es usado por la población, se perderá poco a poco. Podemos cambiar las cosas y hacer que sea de nuevo limpio”, recalcó Witvoet.