Texto: Tokio 2020
Tras colgarse la medalla de oro en lo más alto del podio Olímpico, la ecuatoriana Neisi Dajomes descubrió la palma de su mano izquierda y con el ramo de flores señaló los nombres que había pintado. ‘Mamá y Hermano’. Era por ellos por quienes había llegado hasta ahí y era de ellos de quienes más se acordaba.
Dajomes (Pastaza, 1998) se inició en la halterofilia siguiendo los pasos de su hermano Javier. Cuando ella tenía 11 años, fue a verlo entrenar por curiosidad y los preparadores le ofrecieron probar también a ella. Empezó con un palo de escoba, para ir aprendiendo la técnica, y a la semana siguiente con una barra de 10 kilos. Su rápida progresión convenció a los entrenadores de que tenía futuro este deporte.
“Neisi comenzó a entrenar con un grupo de niños de su edad, 11 años. Y no supimos el potencial que teníamos al lado hasta que comenzó sus entrenamientos diarios. Ella hacía los mismos entrenamientos que los varones y fue sobresaliendo por encima de ellos”, aseguró su preparadora, Mayra Hoyos, en declaraciones al Canal Educa.
Pero el camino no siempre fue sencillo. Dajomes sintió muchas dudas en sus comienzos y llegó a dejarlo brevemente porque algunas personas consideraban que la halterofilia no era un deporte para mujeres y le iba a hacer un cuerpo muy masculino. La ayuda de Hoyos fue fundamental para convencerse de que no sería así. La entrenadora consiguió que volviera al gimnasio durante una semana y esa semana ya son más de una década y dos Juegos Olímpicos.
“En el segundo año comenzó a demostrar unas condiciones extraordinarias. Un progreso que no era normal. Ahí vimos que tenía unas cualidades especiales para el deporte y un potencial enorme”, añadió Wálter Llerena, que además de ser también su entrenador en sus inicios, acogió en su casa a Dajomes y su hermana, Angie Palacios, para que pudieran seguir su formación como halteras.
Las dos han competido en Tokio 2020, con oro para Neisi, abanderada en la Ceremonia de Apertura, y un diploma Olímpico para Angie.
La primera corona mundial
Dajomes participó en su primera competición internacional con 13 años. Fue en un Campeonato del Mundo celebrado en Perú en 2011, donde terminó en octava posición. Esa progresión vertiginosa de la que hablaban sus entrenadores pudo verse también en este escenario, pues un año después quedó segunda y al siguiente, en 2013, campeona del mundo en categoría sub 17.
“Los mejores momentos a nivel juvenil me llenaron de tanto orgullo. Mis primeros pasos fueron de lucha, constancia y dedicación. El roce internacional fue fundamental, me di cuenta de que podía llegar lejos, que podía enfrentarme a mis rivales sin temor”, explicó en una entrevista con el Ministerio del Deporte de Ecuador.
El punto de inflexión en su carrera llegaría en 2015, cuando logró su primera medalla internacional en categoría absoluta con una plata en los Juegos Panamericanos de 2015. El resultado puso a la haltera ecuatoriana en el camino de los Juegos Olímpicos de Río 2016, y aunque no pudo brillar al mismo nivel en su primer Mundial absoluto (terminó 10º), celebrado unos meses más tarde, abrió una ventana a su futuro.
En 2016, sólo unos meses antes de su debut Olímpico, Dajomes conquistó la primera de las tres coronas mundiales en categoría júnior. Fue en Tiflis, Georgia, donde además compartió competencia con su hermana Angie Palacios. Su decisión de subir en 2017 al peso de -75 kilos, donde hoy sigue compitiendo, fue en parte para dejarle espacio.
“Pasé momentos duros. Perdí a mi madre y hace poco a mi hermano Javier Palacios, por quien estoy aquí. Todos mis logros son dedicados a su memoria”.
Neisi Dajomes fue la deportista más joven de la delegación Olímpica de Ecuador en Río 2016. Apenas dos meses antes había cumplido los 18 años. Pero el único momento en que reveló su edad fue cuando, sosteniendo más de 100 kilos por encima de su cabeza, sacó la lengua para celebrar su actuación: quedó primera del Grupo B y séptima de la competición para volver a casa con un diploma Olímpico.
“La experiencia de los Juegos Olímpicos fue inolvidable. Estar en lo más alto de la élite mundial, muy jovencita y enfrentarte a los mejores del mundo, fue lo máximo. El diploma Olímpico me marcó para seguir luchando y ahora llegar a Tokio por una medalla”, declaró recientemente en una entrevista con el Ministerio del Deporte de su país.
Dajomes habla sin miedo de esa medalla porque la progresión aún no ha parado. En 2017 y 2018, ya en su nuevo peso, conquistó de nuevo los tres oros (arrancada, dos tiempos y total Olímpico) en el Mundial Júnior. Un triplete de preseas doradas que en este ciclo Olímpico también consiguió en los Campeonatos Panamericanos de 2017, 2018, 2019 y 2020 (celebrado en abril de 2021).
Dajomes ya no sólo sobresalía entre las halteras más jóvenes o a nivel regional, sino que en 2017 subió por primera vez al podio de un Mundial absoluto. Aquel año cosechó dos platas (incluido el total Olímpico) y un bronce, y en 2018 se llevaría dos bronces.
Un oro especial
Tras soltar la barra de hierro, Neisi Dajomes se arrodilló, juntó las manos y miró al cielo al borde del llanto. La haltera ecuatoriana acababa de conquistar el primer oro para Ecuador en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y su primer recuerdo fue de nuevo al cielo. A su hermano, fallecido en 2018, y a su madre, que había fallecido solo unos meses atrás.
“Yo creo que uno nunca supera la pérdida de una madre, y al menos uno como deportista muchas veces tiene que, a pesar de las circunstancias que le pasan personal, tiene que seguir adelante, porque es algo que uno se lo ha propuesto, y tiene que seguir y cumplir sus sueños”, confesó en declaraciones a Radio CRE.
«Ella siempre me llamaba antes de que yo saliera del país, me decía que compita bien, que compita con el corazón, con fuerza, entonces son palabras que uno lo motivaban, y pues, aunque ella no esté aquí, ella siempre va a estar conmigo en el corazón y en la mente”.
Para ellos fue también el recuerdo desde lo más alto del podio de Tokio 2020. Con lágrimas en los ojos y el oro al cuello, el primer metal Olímpico para una deportista ecuatoriana, Dajomes abrió la mano y mostró los destinatarios de esa medalla. Mamá y Hermano.