El gol de Bolívar a los 39 minutos había que achacárselo a Ramiro Vaca por un fallido pase, pero eso no es nada en comparación a lo que apoyó adelante para que The Strongest terminara ganando el clásico por 3 a 1.
Roberto Carlos Fernández se fue con la pelota, nadie le salió a presionar, y su centro lo aprovechó magníficamente Leo Ramos para abrir el marcador.
El otro Vaca, Daniel —el capitán— protestaba. Cómo perder la pelota tan lejos y terminar sacándola de su arco.
Vaca —el de campo— tuvo su revancha y no fue solo una jugada. Armador como de costumbre y además asistidor, ya en el primer minuto se había mandado por la derecha un centro que Jaime Arrascaita no pudo embocar.
Si se mira detenidamente, casi siempre las pelotas pasaban por sus pies, ya sea para abrir la cancha o para filtrar, muy a menudo dejando solo a un compañero.
Fue clave, además, para el 2 a 1. El centro que puso para el cabezazo de Rolando Blackburn fue como con la mano.
Aparte, el físico le da para mucho más, como para convertirse en un volante de contención para ayudar en la marca.
Vaca se había perdido los dos anteriores partidos por expulsión y el Tigre lo sintió. Volvió justo a tiempo para el clásico y los celestes lo sufrieron.