De niño, Eduardo Flores asistía al estadio Hernando Siles a ver los partidos de fútbol de los torneos paceños y nacionales. Entonces ni se imaginaba que ese gigante escenario se convertiría en su lugar de trabajo, su segunda casa, por unos 35 años, 34 de ellos como administrador y el restante, en el comienzo, como inspector de escenarios deportivos.
La curva norte y la tribuna de preferencia eran sus lugares preferidos en las jornadas dobles de sábado y domingo. Como todo chico era curioso y recorría algunos pasillos y ambientes del escenario.
Recuerda que antes había un sector con rejas delante del acceso a preferencia, pero por algún lugar podía meter su cabeza y luego su cuerpo, de esa manera pasaba.
Se hizo hincha de Universitario de La Paz, club en el que llegó a jugar.
“Me llamaba mucho la atención la actividad futbolística, iba temprano al estadio para ver a jugadores que en la época destacaban como: Juan José Ponce en Ferroviario; Carlos Dalmazzone y Carlos Barreiro (Always Ready), a mi ídolo Raúl Álvarez y a Mario Rojas, de Bolívar”.
Sus primeras aproximaciones al sector de vestuarios eran para ver de cerca a figuras y, si era posible, saludarlos.
Flores cumple sus últimos días como administrador del escenario deportivo más importante del país, como funcionario del Servicio Departamental de Deportes (Sedede) de La Paz. Su salida estaba lista para el miércoles 12 de mayo, pero fue postergada por una semana, a petición de la nueva dirección, dada la intensa actividad en el Siles.
El comienzo
“El estadio es mi vida”, dice Flores sin dudar.
Su estadía en el Hernando Siles comenzó en 1986, primero como inspector de escenarios deportivos y, después, como cotizador de almacenes.
Ingresó al entonces Instituto Departamental de Deportes (IDD) con el ítem de personal de mantenimiento.
“Obviamente que le gané cariño al escenario”, comenta al recordar que Eduardo Jáuregui Cordero fue quien lo nombró administrador en 1987. “Al año que había comenzado a trabajar fue algo inesperado, una grata designación, y nunca me dijo por qué me eligió”.
A partir de ahí comenzó una carrera que en junio iba a cumplir 35 años, aunque el cambio de autoridades en la Gobernación de La Paz adelantó su partida a mayo.
No recuerda la cantidad de directores que pasaron por el Sedede mientras él cumplió sus funciones. “Cada uno venía con diferente criterio y políticas para el deporte, y con diferentes resultados en el ejercicio de sus funciones. Considero que todos tuvieron buena fe. Lo que es cierto es que el cargo de director del Sedede se politizó y primero (para ser designado) había que ser militante”.
Flores también hizo política partidaria hasta 1982. Fue militante del Partido Socialista Uno, de lo que se siente orgulloso porque fue el líder, Marcelo Quiroga Santa Cruz, quien le tomó juramento en 1978 cuando llegó clandestinamente a La Paz” en medio de la dictadura.
Una profesión del día a día
En Bolivia no existe un centro de enseñanza para la administración de escenarios deportivos. “Soy un profesional de la vida, porque no hay dónde estudiar esta actividad, así que se aprende con el trabajo diario y dando examen en el día a día”.
Tuvo la fortuna de conocer a mucha gente, entre ella varios mentores que le ayudaron a desarrollar bien sus labores. Cita a Alfonso Seligman (+), a los periodistas Remberto Echavarría (+), Carlos Ascarrunz (+), Mario Espinoza Fortún y Miguel Velarde. Asegura que de todos ellos recibió “miles de consejos” y con su crítica constructiva guiaron sus pasos.
“No existe un centro educativo para administración de escenarios, pero no me podía quedar ahí. Había que leer mucho y gozar del respaldo de esos mentores es algo invalorable porque de ellos aprendí muchísimo. Me ayudaron para salir adelante y estoy agradecido”.
Su labor de años hizo necesario hacer cada vez más contactos en diferentes áreas relacionadas con el estadio, a fin de llevar adelante un trabajo eficiente que era evaluado en cada jornada deportiva. Destaca a la Policía Boliviana, a la que siempre agradece, asegura que tuvo una buena relación con sus miembros de diferentes grados. Considera a la institución del orden como parte fundamental para la seguridad del estadio.
A manera de anécdota cuenta: en la previa de un partido de eliminatorias contra Brasil el estadio estaba lleno. Horas antes hubo un problema con el sistema de riego, pero gracias a sus amistades logró que un carro bombero ingresara y procediera a hacer la tarea del regado.
Conoce todos los rincones
Por el día a día y durante tantos años de su labor, conoce las entrañas del estadio como la palma de su mano.
Maneja un centenar de llaves que están correctamente clasificadas, sabe de memoria cuál abre el candado de una puerta de acceso a las tribunas o la chapa de algún otro acceso.
“Uno debe saber y conocer para donde están destinadas (las llaves), eso es importante porque debemos brindar seguridad al espectador. Si bien están mis compañeros de trabajo, muchas veces puede suceder que el administrador debe suplir alguna ausencia. El hecho de tener ya sea 50 o unas 40.000 personas en las tribunas es, de igual manera, una responsabilidad enorme”.
El Hernando Siles tiene 24 portones exteriores con diferentes características: unos de triple carril, otros de doble o simple.
“Hay puertas en el sector de preferencia que solo son para estacionamiento, una de ellas de emergencia. Con los años uno va aprendiendo y conoce todos los sectores”.
Muchas veces, Flores se quedó días enteros, incluidas las madrugadas en el estadio. Sucedió sobre todo cuando el escenario albergaba conciertos. Afirma que salía de su casa un jueves por la noche y regresaba el domingo. Primero debía supervisar el armado y desarmado de los escenarios, su labor era verificar que el campo del juego y la pista no fueran afectados, el cumplimiento de las normas de seguridad en la cancha y demás. Para el sábado debía estar listo el terreno para los partidos de asociación y para el domingo de la Liga. “Volvía a casa después de supervisar y revisar que todo marche bien. Este trabajo tiene características especiales”.
La rutina para partidos trascendentales de eliminatorias, copas internacionales o clásicos la tenía diseñada, a pesar de contar con un reducido equipo de colaboradores.
En los días que había compromisos de esas características su labor comenzaba muy temprano. Antes de ingresar a su oficina hacía un recorrido por afueras del estadio, luego por las tribunas, baños, vestuarios y palcos para verificar que todo estuviera listo. “Uno no puede confiarse, es siempre positivo verificar previamente los ambientes que serán usados”.
Luego procedía a la charla con los porteros para saber las novedades de las últimas horas y la revisión del sistema de comunicación para estar en contacto permanente.
“Siempre en partidos con mucha gente me daba un par de vueltas por las calles aledañas mientras se desarrollaba el partido, era como labor de prevención ante posibles aglomeraciones de gente por querer acceder a las tribunas. De inmediato me contactaba con uno de mis colaboradores para solicitar refuerzos de policía si era necesario”.
El ‘dueño’
Hace muchos años hubo periodistas y compañeros de trabajo que le ‘bautizaron’ llamándolo “dueño del estadio” por conocer a la perfección el escenario.
“Alguien me dijo que era ‘el dueño del estadio’ porque me vio muy comprometido con mi actividad. Recuerdo que en algún momento le conté ese hecho a don Carlos Ascarrunz, quien también fue director del Sedede, y me dijo: ‘siéntase honrado, Eduardo, porque evidentemente es el dueño del estadio’, y me brindó su respaldo”, señala.
En su adiós expresa su “agradecimiento inmenso a los medios de comunicación”, a los que siempre trató amablemente y colaboró para que el periodismo pudiera recabar la información idónea, honesta y veraz.
Partida y vuelta
En 2007 fue removido del cargo por unos cinco meses, fue “por falta de unos documentos” en la entonces Prefectura de La Paz.
Su despacho fue ocupado por otra persona, con la mala suerte de que el 18 de enero hubo una avalancha en el estadio con el saldo de una persona fallecida y al menos 20 heridos.
Sucedió en un clásico del torneo AeroSur. Las graderías estaban colmadas por más de 40.000 personas y en las calles aledañas había mucha gente con boleto en mano que presionaba para ingresar.
Así se produjo una avalancha en el sector de preferencia. “Ese es un mal recuerdo que lo vi desde afuera del cargo, del que salí temporalmente por una cuestión jurídica en la que muchas personas se involucraron. Me iniciaron un proceso por falta de documentos, llegué a la Defensoría del Pueblo y hasta el Ministerio de la Presidencia, gané y me devolvieron el cargo después de cinco meses, entonces pude regresar en mayo de 2007”.
Las fallas de la organización y la inexperiencia de quienes estaban a cargo ocasionaron el incidente.
La despedida
“Obviamente que le agarré cariño al estadio. Respeto las decisiones de las autoridades. En mí queda una nostalgia y la certeza de que he cumplido con este escenario deportivo de la mejor manera posible. Hubo incomprensiones en todo ámbito y también críticas constructivas de quienes han visto mi actividad. A todos les agradezco”.
Una de las satisfacciones que asegura llevarse es la de haber trabajado con un amigo de barrio, con quien dieron sus primeros pasos en el fútbol: el exfutbolista de Bolívar y otros equipos Ramiro Vargas, quien también fue director del Sedede.
Los recuerdos y el cariño que recibió de parte de mucha gente son otras buenas cosas que perdurarán en su vida. Cuenta que hay personas que lo reconocen en la calle, que lo saludan desde vehículos de servicio público y privado, expresándole su felicitación.
Cuando deje de trabajar en el estadio, dentro de pocos días, se dedicará más a su familia, sobre todo a sus nietos, quienes llegarán a La Paz desde Tarija.
“Voy a disfrutar de mis adorados nietos, a jugar con ellos, cosa que muchas veces no pude hacer con mis hijos porque el estadio me consumía las 24 horas, pues había jornadas laborales que pasaban las 12 horas, pero lo hacía con ganas de brindar seguridad a la gente. Me marcho y esta es una salida sin retorno”.
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dPREMIUM
· Eduardo Andrés Flores Rodríguez nació en La Paz, el 30 de noviembre de 1954. Se dedicó mucho al deporte, fue jugador de fútbol y fútbol de salón.
· Contrajo matrimonio con Rossmery Elsa Ruiz Valdivia. Sus hijos son Marcelo Eduardo y Daniela Ita, quien ya les dio dos nietos: Luis Daniel y Samira Nicol Beltrán Flores.
· Ingresó a trabajar en el estadio Hernando Siles en 1986 y un año después fue designado administrador. En junio iba a cumplir 35 años como funcionario del deporte paceño.