La ilusión de ser futbolista profesional que aflora en niños, niñas y jóvenes yungueños se activa cada tarde en la Escuela de Fútbol Hermanos Castillo, de Coripata, población de Nor Yungas que desde hace años aporta con muchos jugadores al balompié nacional.
Es la tierra del recordado Ramiro “Chocolatín” Castillo, aquel futbolista que de joven dejó su pueblo y mostró su clase para dominar la pelota con la camiseta de The Strongest, luego la selección nacional, Bolívar, el afamado River Plate y otros clubes del exterior.
Su hermano Iván Castillo, también de amplia trayectoria en varios equipos y en la Verde, es el impulsor de la academia que tiene como objetivo detectar talentos y ayudarlos a crecer en el fútbol.
“Es una forma de retribuir lo que el fútbol nos ha dado (a él y a sus hermanos), vamos avanzando poco a poco con esfuerzo propio y la colaboración de los padres de familia”, señala Iván, quien dice que el nombre de la escuela es por la trascendencia en Yungas que tiene el apellido Castillo. Eloy, el mayor de todos, también jugó en la Liga como arquero.
De varias partes
No solo son chicos de Coripata los que están en la escuela. Hay muchos que hacen el esfuerzo de viajar una hora o más para aprender fútbol. Llegan desde Chulumani o comunidades como Nogalani, Santa Gertrudis, Pararani, Milluhuaya, Siete Lomas, Arapata, Auquisamaña, Chillamani o Anacuri, para citar algunas.
Son poblaciones que están a la vera de la ruta troncal que va desde La Paz. Los chicos se sientan al borde del camino y esperan una movilidad que los lleve. A otros los trasladan sus padres en motocicletas.
“Eso me llena de satisfacción, me obliga a dedicarme a ellos con mayor responsabilidad y darles nuestros conocimientos. Destaco el esfuerzo que hacen, les digo que no es fácil y que para triunfar hay que caminar mucho. Les cuento que cuando yo fui a probarme a Bolívar vivía en Villa El Carmen e iba a pie hasta Tembladerani. Son cosas que orientan y ayudan a tener valores que sirven para el futuro”, enfatiza Iván Castillo.
Para darles más comodidades a los chicos adecuó dos ambientes del estadio Municipal Ramiro Castillo de Coripata, donde instaló una pequeña sala de video en la que se dan charlas, clases teóricas y se ven partidos. En otro espacio habilitó un comedor. “Ahí tienen garantizada su leche y avena y hay unos minutos para compartir y hacer crecer la amistad y el compañerismo”.
También cuenta con un espacio para potenciar el aspecto físico con unos cuantos equipos de gimnasia.
El costo mensual que pagan es de 50 bolivianos, pero los padres se entusiasman y aportan sobre todo cuando se trata de viajar para que sus hijos jueguen.
El año pasado, la escuela participó en competencias de la Asociación de Fútbol de La Paz (AFLP), pero por la pandemia sus equipos no pudieron viajar.
Requisito fundamental es no dejar el estudio, así que por las mañanas la asistencia al colegio es sagrada y, por la tarde, a entrenar. “Me pongo de ejemplo, pues yo no pude seguir una carrera para tener un título profesional, por eso les digo que es fundamental tener estudios, mínimamente como técnico superior en alguna actividad para seguir en la vida”.
El Scouting
Scouting es el término que identifica en el fútbol moderno a los buscadores de talento. Antes les decían “ojeadores”, “detectores de futbolistas” y Castillo cuenta que esa labor comenzó en 2000, cuando volvió de jugar en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, en Argentina.
Estuvo durante 10 años en la Escuela Ramiro Castillo hasta que llegó a la Primera A del fútbol paceño con toda su plantilla formada allí. “Tuve eventuales salidas para trabajar en clubes, pero nunca he dejado mi labor con las divisiones menores”.
Recuerda que el fútbol yungueño se fue moldeando con solo mirar a futbolistas profesionales que llegaban a poblaciones yungueñas para partidos de exhibición.
“Nosotros aprendimos a jugar mirando y a tratar de hacer en partidos con amigos lo que hacían jugadores como Eliseo Ayaviri, Juan Carlos Oropeza, Juan Peña o Reynaldo Zambrana. Hoy es distinto, ya se le enseña al futuro futbolista las técnicas y la preparación”.
Recuerda a Jenrry Alaca y a Leonel Morales como los chicos que cuando tenían 13 o 14 años los llevó de Coripata a la Escuela Ramiro Castillo para mejorar sus condiciones, hoy ambos siguen en la División Profesional, uno arregló contrato con Independiente de Sucrey el otro juega en Real Potosí.
También Erland Álvarez, Ariel Ballivián. “Ya hice scouting en ese tiempo, dentro de mis posibilidades les di albergue, comida y colegio. Ahora debutó en el plantel juvenil en The Strongest Daynor Huanca, quien antes pasó pruebas en la selección Sub-17. Todo lo hice con mis recursos, solo con el afán de devolver lo que el fútbol me dio”.
Dejar salir del hogar desde una comunidad con rumbo a la ciudad a un adolescente o joven es siempre una decisión difícil. Los padres ven con temor esa situación y convencerlos es también la misión de los profesores de la escuela.
“Tengo un poco de prestigio en los Yungas, muchas familias me conocen y confían en mí. Me costó mucho convencer a los padres de Jenrry Alaca, era uno de los mejores estudiantes de la escuela y su mamá pensaba que se iba a perjudicar, al final aceptó con mi compromiso de que iba a terminar el colegio, culminó estudios, es futbolista profesional y vive de eso, costó, pero si les damos condiciones es mucho más fácil”.
Hace unas semanas colaboró con Bolívar para un programa de detección de talentos para futbolistas desde la categoría Sub-12 a Sub-18.
En el caso de The Strongest, tiene contacto con el técnico Luis Orozco, encargado de las divisiones menores del club.
“Tengo que agradecer a Wálter Flores y al profesor Orozco por esa posibilidad que tenemos de enviar a esos clubes a gente que consideramos que puede tener una oportunidad, en algunos casos volvieron, en otros se quedaron. Esa es una muestra de que en Yungas hay fútbol y el futbolista solamente pide oportunidad para representar con altura”.
Iván, el técnico
Su trabajo en la Escuela no será completo esta temporada. Anuncia que acordó su vinculación con el club Fatic de la primera A del fútbol paceño, pero sus colaboradores seguirán con su labor.
“Del trabajo en la escuelita no vivo, tengo familia y debo velar por los míos. Lastimosamente no puedo estar toda la semana en el cargo, ahora estaré lunes y martes, y de miércoles a fin de semana trabajaré con Fatic, eso me impedirá el estar con los chicos de Coripata”.
A Castillo lo colaboran varios profesores que los lleva desde La Paz. “En este momento me apoyan Edwin Calderón, el exfutbolista Seferino Ortega; también Santos Flores tiene a su cargo la labor con los arqueros. Y hay otros profesionales que llegan y aportan con sus conocimientos”.
Un museo guarda la historia
Iván Castillo no solo impulsa el crecimiento del fútbol de Coripata sino que su objetivo es tener un lugar en el que se vea la historia escrita por futbolistas nacidos allí o en otras poblaciones de Yungas.
Por eso ha creado un museo en el que los exjugadores aportan con camisetas, trofeos, fotografías y recuerdos. La labor sigue, pero también necesita de gente que lo apoye.
“Seguimos aportando con cosas, pero me da mucha pena decirlo que no encuentre colaboración. Las cosas que están ahí no me las voy a llevar, se quedarán en esos ambientes del estadio de Coripata y seguramente habrá alguien que cuide con la misma pasión que tengo”, remarca.
Ahí están camisetas de su hermano Ramiro, también suyas de su paso por diferentes clubes.
La actividad comenzó en 2017 y va creciendo, pero requiere de mejores condiciones. “Los visitantes tienen que salir satisfechos por haber visto parte de la historia del fútbol de los Yungas”.