Marcos Riquelme tiene razón: el penal que le cometieron fue más grande que el estadio. La falta existió. Él exageró tirándose al piso como si le hubieran quitado una pierna. No era para tanto, con seguridad que ni dolor sintió. Fue penal, eso es innegable, y lo vieron todos menos el árbitro. O si Ivo Méndez lo vio, consideró que no era falta y dejó seguir.
Pero igual de grande como el estadio fue el infantil error que cometió el propio Riquelme al no introducir el balón en la puerta del arco, sin arquero y sin nadie que le obstruyera. Se le pasó la pelota por entre las piernas como a un niño que está aprendiendo a jugar.
Por eso creo que su declaración posterior fue una cortina de humo para tapar lo suyo. Aseguró que el árbitro le dijo que si cobraba ese penal se arriesgaba a ser sancionado por un año. Aprovechó de lo mal que está arbitrando Ivo Méndez para enlodarlo más y salvarse él. Hoy todo el mundo habla del penal no cobrado y no dice nada del gol no convertido.
Me pregunto qué es peor: que Méndez no hubiera dado ese penal que sí existió o que Riquelme, todo un goleador, y máximo artillero del campeonato, no hubiera metido la pelota al fondo como lo haría un niño, y le privó de manera increíble a su equipo del triunfo a solo tres minutos del final.
Qué dirá Arce, quien hizo todo bien en la jugada y le sirvió la pelota en bandeja: ¿le culpará más al árbitro o a su compañero?
Prefiero ir por lo sano y creer con firmeza que ambos fueron terribles errores. Involuntarios. Porque si me pongo a pensar en que Méndez quiso favorecer a alguien en particular, también debo suponer que Riquelme estuvo en la misma.
No le creo a Riquelme. Fue temeraria su declaración. Completamente fuera de lugar. Está en su conciencia que no fue así.
Méndez arbitró mal afectando también a The Strongest. Expulsó a dos jugadores. El Tribunal de Disciplina Deportiva, en uso de sus atribuciones, le retiró justamente la roja a Willie Barbosa. También todo el mundo echó el grito al cielo: lo hizo Wilstermann, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) y el propio Bolívar… El mismo Bolívar que defendió al árbitro aquella vez y hoy destroza sin clemencia.
Foto: Andrés Rojas Vargas